sábado, 6 de octubre de 2012





EL REGRESO DE SATURNO A ESCORPIÓN,
UN MOMENTO IMPORTANTE PARA LA HUMANIDAD
La última vez que Saturno ingresó a Escorpión era finales de 1982, por lo tanto, se entiende que este paso no es un suceso tan frecuente e intrascendente, sobre todo porque esta energía se expresa de manera contundente y segura en este mundo físico de formas y límites. Pero en vez de inquietarnos ante su influencia, es mejor que tratemos de entender un poco más a este severo maestro pero de buenas intensiones, y analicemos qué lecciones y cambios podemos esperar a nivel colectivo y personal, y cómo colaborar con las energías de Saturno y Escorpión combinadas, las que se activarán y reforzarán mutuamente desde octubre de este año 2012. De hecho, este paso ejercerá su influencia durante los próximos dos años y medio hasta mediados del 2015 (con sus fases retrógradas incluidas), profundizando y consolidando lentamente las transformaciones que el nuevo ciclo de evolución humana busca introducir en nuestra realidad y que han estado en proceso desde algún tiempo (2008), cuando Plutón, regente de Escorpión, entró en Capricornio. Ahora es Saturno, regente de Capricornio, el que entra a Escorpión, regido por Plutón, por lo que se producirá un cruce o acentuación de ambas energías, potenciándolas. Por esta razón, las tendencias colectivas en desarrollo están llamadas a impulsar movimientos transformadores de efectos prolongados en todos los campos de la actividad humana influenciando modas, tendencias y avances científicos, intereses políticos y económicos, etc.
Durante los meses siguientes a la entrada de Saturno en Escorpión, será posible notar el cambio de vibración, no sólo a nivel personal sino dentro del ámbito colectivo y los acontecimientos mundiales, cargando el ambiente con una energía más pesada o sombría y revelando las tendencias extremistas propias del signo que intensificarán las crisis que han estado en proceso los últimos años las que, gracias al natural equilibrio del signo anterior (Libra), se han mantenido en una esforzada armonía mientras se trabaja por conciliar posiciones y llegar a acuerdos. Sin embargo, Escorpión no vibra en esa frecuencia, e irradia una potencia bastante extrema y más perturbadora que remueve todo lo bueno y lo malo que hay en las profundidades de nuestro inconsciente (tanto el personal como el colectivo), por lo que se pueden esperar manifestaciones más radicales en el potencial que contiene este nuevo ciclo astrológico.
 Para entrever qué tipo de acontecimientos y tendencias podemos esperar de estas energías, analicémoslas individualmente, antes de hacer el ejercicio mental de combinarlas para conocer su potencial.
SATURNO es una energía asociada al concepto de estructuras, límites, normas, responsabilidades, aprendizaje con esfuerzo y disciplina, control y autoridad que nacen como respuesta al recelo que el hombre siente por todo lo nuevo y desconocido. En un plano individual, Saturno representa los mecanismos de defensa de la persona, sus estructuras internas, su sentido de responsabilidad, los límites que se impone por los miedos o inseguridades que desarrolla, su capacidad para disciplinarse y esforzarse ante las situaciones exigentes de la vida así como también sus ambiciones y deseos de lograr posiciones de autoridad y control como respuesta a la ansiedad que los cambios o las situaciones desconocidas le producen. En cambio, en un plano colectivo, esta misma energía se relaciona con todos los sistemas que estructuran y organizan a la sociedad en su conjunto, los organismos, entidades o instituciones establecidas para darle orden y regularidad a todas las actividades que mantienen y le transmiten la idea de una realidad estable y confiable al hombre. Las normas, las leyes, las políticas, los procedimientos, etc., que le garantizan a la sociedad una estabilidad y durabilidad en el tiempo, alejando su temor por el caos y la desorganización que activan temores de destrucción inminente. A la energía de Saturno no le gusta el cambio y no se siente cómodo con lo nuevo o lo diferente, su trabajo es mantener lo que ya se ha establecido, porque ha sido probado, funciona y es conocido.
Por su parte, ESCORPIÓN comunica una energía relacionada con todos los procesos naturales de muerte y renacimiento, transformaciones radicales, crisis, supervivencia, eliminación y reciclaje necesarios en la etapa previa a cualquier nuevo comienzo. En un plano personal, la energía de Escorpión y Plutón se relacionan con el impulso natural, en el Hombre, a cambiar y transformarse a través de situaciones de crisis y experiencias emocionalmente intensas, se le asocia al lado oscuro de la naturaleza humana (odio, envidia, venganza, celos, lujuria, amor al poder y tendencias destructivas), pero también es la energía que guarda el mayor potencial de desarrollo para un individuo, es decir, sus tesoros ocultos y extraordinarias capacidades para transformar su propia realidad personal o influir en las circunstancias externas de los demás. Esta energía es potente, intensa y extremista, y las experiencias con las que está relacionada no sólo trabajan en el plano emocional sino en el campo energético del individuo. En cuanto a su expresión en el plano colectivo, esta energía se relaciona con los oscuros mundos del terrorismo y los actos extremistas o destructivos, las mafias que manejan los grandes negocios de sexo, poder e influencias, droga, espionaje, sabotaje así como el mundo de la delincuencia en general, etc. Pero como esta potencia se relaciona con la muerte y la vida, propio de su naturaleza extrema, también tiene un lado muy positivo que la conecta con situaciones en donde la vida y todo lo que ella implica quedan acentuados, la capacidad para sobrevivir y volver a comenzar de cero, la transformación o transmutación de las energías psíquicas y energéticas elevando su expresión y la habilidad para penetrar en los misterios ocultos de la existencia.
Al unir estas dos ideas, no hace falta mucho esfuerzo para comprender que auguran un período difícil pero con un gran potencial. Las intensas crisis que movilizarán tienen como objetivo eliminar lo que ya cumplió su etapa útil en esta fase del desarrollo humano, para dejar espacio a lo nuevo que debe nacer, potenciando otras formas de integrarnos y avanzar en ese interminable proceso mayor en el que estamos como especie humana. En general, se aprenderán lecciones relacionadas con el lado oscuro de la naturaleza humana, donde temas como el sexo, el uso y el abuso de poder, la muerte y la vida serán centrales y dolorosos agitadores de profundas transformaciones. Potencialmente, a través de situaciones de crisis, estos asuntos quedarán en evidencia, brindando oportunidades para transformarlos al comprender lo necesario que es introducir cambios radicales en los sistemas que estén presentando problemas. La poderosa combinación de estas dos energías nos ayudarán, tanto en un nivel personal como colectivo, a transmutar y elevar la expresión de nuestras corrientes energéticas. Aquellos que ya estén sintonizados con el momento de cambio que está en proceso, sentirán este paso sólo como un estímulo adicional o llamada definitiva, en cambio quienes aún se sigan resistiendo o ignorando el impulso a transformarse, lo podrán vivir como una experiencia dolorosamente destructiva que prácticamente los obligará a cambiar… el ideal es colaborar y participar con confianza en esta evolución que es para bien de todos!

                           El Libre Albedrío



Desde el punto de vista de su potencial, el hombre es libre. Puede actuar, hacer y pensar lo que quiera, dado que podría llegar a eludir cualquier impedimento externo que se lo impidiera. Por lo tanto, el libre albedrío es la natural disposición de todo hombre a hacer cuanto le plazca.
Pero el hombre no está solo, sino que está rodeado de otros seres que también gozan de la misma libertad. Este hecho es fundamental para entender que la libertad del hombre no puede ser ilimitada, porque la existencia de otros hombres libres como él se lo impide.
El impedimento es sólo una cuestión de supervivencia, porque si un hombre hace lo que quiere sin tener en cuenta que puede afectar a otro con su accionar, está autorizando al otro a hacer lo mismo; y de esa manera peligra también su propia existencia.
Pero el caso es que el libre albedrío no sólo está limitado por el otro sino que también está condicionado por la ley de la causalidad.
Esta ley no se puede ignorar porque funciona inexorablemente. Cada acción tiene una consecuencia que no necesariamente se manifestará de inmediato sino que se hará efectiva en algún momento, acentuada gracias a la propiedad que tienen los actos relacionados para combinarse entre si y formar un hecho aún más complejo.Esta afirmación se apoya en la Ley de la Entropía que postula que todos los sistemas en la naturaleza tienden a transformarse con el tiempo de un estado ordenado a un estado desordenado e irreversible.En este sentido se puede justificar la filosofía Taoísta de la importancia de la inacción para evitar los efectos, porque el solo aletear de una mariposa en un continente podría producir en otro un huracán.
De modo que podríamos esperar que toda acción ordenada ayuda a mantener el orden en un sistema mientras que todo desorden colabora para favorecer el caos o la entropía.
La juventud no ha vivido demasiado como para corroborar por si mismo el implacable cumplimiento de esta realidad, porque no pueden creer que exista una relación entre sus acciones individuales y los demás hechos aparentemente independientes, fuera de él.
No se trata de hechos que tengan que ver con la represión de las fuerzas policiales frente a un delito sino de situaciones que aparecen como fortuitas y que comienzan a ocurrir dentro del campo de influencia de un sujeto, ni bien éste actúa.
Si observáramos con atención cada uno de los acontecimientos que suceden detrás de cada una de nuestras acciones, nos daríamos cuenta lo increíblemente real de estas afirmaciones, sin necesidad de hacer un juicio de valor, porque cualquier suceso produce consecuencias, ya sea bueno o malo.
La sabiduría de las personas ya mayores se basa en este conocimiento. La vasta experiencia en gran parte les ha develado este secreto de la realidad que para muchos todavía sigue siendo un misterio o el resultado del azar.
Existe otra razón importante que limita nuestro libre albedrío y es la existencia de una instancia natural dentro de nosotros mismos que es la conciencia.
La conciencia es el otro yo, el que coteja, se cuestiona y dialoga permanentemente con el yo externo, o la máscara social. Su existencia es indudable, porque todos sin excepción parecemos estar divididos en dos, el Ser y el No Ser.
Cuando no hay unidad de criterios entre estas dos instancias de nuestro mundo psíquico, la indecisión produce un conflicto y no poder salir del conflicto es una neurosis.
Por esta razón todo hombre tiene que optar libremente en cada instante de su vida, entre Ser o no Ser él mismo, es una elección ineludible, su condición y su tragedia, y esta elección es la que definirá su destino.


SENTIRSE EN PAZ ES UNA ELECCIÓN


Es obvio en estos momentos para cualquiera que no está viviendo con su cabeza en la arena, que estamos actualmente experimentando una intensificación en todos los niveles de la experiencia humana. Cada día, en algún lugar del mundo, hay otro terremoto, inundación, desastre de una mina, desenmascaramiento político, crisis financiera, revelación pública de alguna forma de comportamiento no ético y disturbios civiles masivos. Países enteros se están dividiendo hasta los cimientos y están recurriendo a la retribución violenta.

Si examinamos nuestro ambiente inmediato de cerca, tenemos que ser testigos de la evidencia de esta sacudida justo en medio de nosotros. Lo que está sucediendo en el macrocosmos del escenario del mundo, también se está manifestando como el contenido de la conversación en lengua de todos. El conflicto y el caos de una forma u otra se están incrementando. Un gran cambio está en marcha.

Es vital ahora por lo tanto, dar homenaje a una experiencia que parece estar pasando a segundo plano mientras todo esto se desenvuelve: La Paz. En este momento no hay nada más importante que recordar diariamente que la experiencia de paz es una responsabilidad que se logra personalmente – no es un derecho que nos otorga ninguna organización política, económica, social o religiosa. La experiencia de la paz siempre se encuentra como un estado personalmente sentido y solo cuando es sentido a nivel personal, es entonces irradiado como una experiencia colectiva. La paz auténticamente sentida emana solo desde adentro.

Uno de los grandes engaños que nos jugamos, individual y colectivamente, es la noción de que ‘necesitamos hacer la paz’. ¿Han notado que nada que hayamos hecho a lo largo de toda nuestra historia humana documentada, en el intento por ‘crear paz’ jamás ha funcionado? Esto se debe a que la misma idea de que ‘la paz es algo que puede hacerse’, ya sea a través de la guerra, la discusión, el debate, los acuerdos, o firmando un tratado, es engañoso y por lo tanto desorientador.

Cualquier país u organización que clame haber logrado la paz a través de tales medios, ha demostrado con el tiempo que todo lo que se logró fue un ‘control forzado temporalmente, resultando únicamente en personas que viven durante un tiempo en una desesperación silenciosa y estados apagados de agresión pasiva, antes de que emerja nuevamente el descontento.

Esto se debe a que la paz no puede ‘hacerse’- ni en el Medio Oriente, ni en Sudáfrica, Indonesia o ningún lado. La paz ya existe dentro de la estructura vivencial de la Creación. La vibración que nosotros como humanos experimentamos como paz, fue creada mucho antes de que nos manifestáramos y existirá mucho después de que hayamos sido remplazados por otra especie animal dominante. La vibración de la paz está en todas partes. La paz está disponible incluso en medio de países arrasados por la guerra como Irak, Afganistán y cualquier otra región actualmente involucrada en el conflicto humano.

La ausencia de humanos en conflicto en cualquier ambiente, revela inmediatamente una radiación obvia de paz. Solo porque el comportamiento humano conflictivo oscurece su resonancia, esto no significa que ya no existe.

Nosotros simplemente entramos constantemente en comportamientos y conversaciones, con la intención de ‘tratar de hacer la paz’, porque no nos damos cuenta de lo que es la paz auténtica. Debido a nuestros actuales estados de confusión física, mental y emocional, no nos damos cuenta de que la paz auténtica es una experiencia que solo podemos sentir personalmente. En su lugar asumimos que es un arreglo que logramos colectivamente, a través de un acuerdo. Esto no es verdad. La paz es para que la sintamos en cualquier momento que elijamos, porque es una resonancia que nos envuelve a donde quiera que vayamos. Sin embargo, depende de nosotros elegir sentirla.

Justo ahora, en este momento, quienquiera que esté leyendo esta pieza de escritura puede sentir paz – si lo elige. No es una experiencia que alguien tenga que organizar para nosotros a través del debate, la discusión o el acuerdo. Ningún otro grupo tiene que ser dominado o reubicado para que seamos capaces de sentir paz. Dichas nociones son detracciones constantes de la realización auténtica de la paz. No tenemos que hacer las paces con nadie – tenemos que hacernos conscientes de ella como un sentimiento dentro de nuestro propio corazón, y entonces elegir ocupar esta conciencia, sin importar qué pase.

Incluso expresamos lo obvio de esta verdad en nuestro lenguaje. No decimos, "Yo pienso paz", o "Yo hago paz". Decimos, "Yo siento paz". Y debido a que nadie, ningún paritario, político, sacerdote, comerciante, padre o pareja tiene la capacidad de sentir nada por nosotros – nadie es responsable por lo tanto de nuestro sentimiento, o falta de sentimiento de paz. La paz es una experiencia sensible que ya se otorgó libremente a cada humano. Sin embargo, es nuestra responsabilidad elegir entrar y contener esta conciencia.

Esto es por supuesto lo que lo hace difícil. La paz es inflexible. Elegimos sentirla – o elegimos sentir algo más. No podemos sentirnos en paz Y simultáneamente abrigar el sentimiento de estar en lo correcto y hacer las cosas a nuestra manera. No podemos sentirnos en paz Y simultáneamente sentir venganza. No podemos sentir paz Y simultáneamente sentirnos justificados por tener ‘la última palabra’. No podemos sentirnos en paz Y comportarnos dañinamente en alguna forma hacia otro ser humano, ser o criatura viviente. No podemos sentir paz Y simultáneamente forzar nuestra voluntad sobre otros. No podemos sentirnos en paz Y simultáneamente imponer que nuestra religión es la única forma correcta para comulgar con lo que sea que Dios signifique para nosotros. No podemos sentir paz Y simultáneamente tomar partido en cualquier conflicto.

La paz también requiere voluntad para liberar. El precio de sentirse en paz AHORA – en este momento – siempre está determinado por nuestra voluntad para integrar heridas perpetradas en el pasado. Esto se debe a que cualquier cosa que esté pasando dentro de nuestra experiencia de vida en este momento, que nos inhibe para entrar a la conciencia sensible de la paz, siempre tiene que ver con algo que sucedió en el pasado.

Justo ahora, en este momento, si lo elegimos, somos bienvenidos para sentir paz.

La verdadera pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Realmente buscamos paz? Esto podría parecer una pregunta obvia con una respuesta igualmente obvia – pero no lo es. La mayoría de nosotros podría responder inmediatamente que elegimos la paz, pero en un extremo, también nos sentimos justificados para elegir sentir que tenemos la razón, sentirnos vengados o sentirnos en control – en lugar de sentirnos en paz.

La realidad es que nadie se interpone entre nosotros y el sentimiento de paz. Podemos experimentar este sentimiento justo ahora. La paz es una resonancia sensible que ya ha sido creada por lo que sea que Dios signifique para nosotros, no es algo que algún día haremos los seres humanos. Sin embargo, ¿nos levantamos cada día y elegimos sentir la paz que ya ha sido creada para nosotros, o estamos todavía erróneamente esperando porque alguien ‘haga que la paz nos suceda’?

La paz solo existe en el mundo cuando elegimos sentirla ahora dentro de nuestra propia experiencia, mientras nos movemos a través del mundo. No existe otra forma de encontrarla auténticamente.

Si no nos estamos sintiendo en paz en este momento, se debe a que no estamos eligiendo sentirla. Es así de simple. Si nos unimos al flujo actual de las masas y nuestra experiencia personal se deteriora en un conflicto creciente, es probable que estemos eligiendo indignantemente tener la razón o tomar partido en algún drama humano, en lugar de sentir paz. Recuerden la expresión es, "Que la paz sea contigo", no "Que la paz sea con ellos".

Recuerden también que estar en paz no es ni puede ser una experiencia vivida como una actividad de grupo organizado. Siempre es una elección hecha a través de abrazar un nivel maduro de responsabilidad personal. No podemos vivir la paz votando por ella, forzándola, ganando más dinero para comprarla, o tomando lados para imponer nuestra versión de la verdad. Solo podemos recibir una conciencia sensible de ella como una experiencia directa, al elegir conscientemente sentir y vivir desde adentro esta resonancia lo mejor que podamos a lo largo de cada día. Si no elegimos personalmente sentirla, no entra a nuestra experiencia. Solo cuando la elegimos como "un sentimiento que cargamos conscientemente dentro de nuestro propio corazón" entonces irradia hacia fuera e impacta la cualidad de nuestro pensamiento y nuestras acciones.

En este momento, conforme las masas del mundo se tropiezan inconscientemente en el caos y el conflicto crecientes, no hay nada más importante que mantener una conciencia personal de lo que es realmente la paz. Nadie nos va a pagar por estar en paz. Nadie nos va a dar una palmada en la espalda ni va a escribir sobre nuestra paz en un diario. Nadie nos va a dar el Premio de la Paz y ni nos va a ofrecer una conferencia de prensa sobre ella. La paz auténtica no va a ser sujeto de noticias en un mundo que todavía cree erróneamente que ‘la paz es algo que tiene que hacerse’.

La paz es una condición sensible callada, calmada y elegida, resonando dentro del corazón individual.

Cuando somos capaces de despertar e iniciar cada día recordando elegir sentir paz – aunque sea solo en partes del nuestro día – entonces estamos sirviendo a la humanidad al mantener la luz clara de la sanidad en el mundo, cuando las masas están perdiendo completamente la visión de ésta.

Son bienvenidos a caminar en este día en paz. La paz es un regalo de la Voluntad de Dios para todos, no es el resultado de ninguna declaración humana. Su resonancia sensible es una elección personal del corazón, no un derecho político logrado a través de ninguna organización.

La paz está disponible como una experiencia dentro de ti y de mí, justo ahora. Es nuestra para elegirla. Siempre va a ser experimentada solo a través de la elección
MICHAEL BROWN ©