sábado, 10 de marzo de 2018

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  Tu Yo Sagrado 
    Wayne Dyer

La libertad es la capacidad para abandonar la única habitación de la conciencia en la que uno nació. 
En esa habitación se aprende cuáles son los límites de la vida. Fuera de esa habitación se aprende que la vida cuenta con posibilidades ilimitadas. 
El precio de la libertad es muy alto. La libertad solo puede alcanzarse cuando se sueña sin esperanza, cuando se está dispuesto a perderlo todo, incluso los sueños.
Para algunos de nosotros el soñar sin esperanza, el luchar sin ninguna meta en la mente es la única manera de mantenernos a la altura de la libertad. La libertad, si se la define como ausencia de cadenas, existe para muchos. Pero si la libertad significa librarse de aquello que nos constriñe la conciencia diaria, si la libertad significa tener visiones ilimitadas y vivir en una dimensión espiritual radicalmente nueva, entonces la libertad existe para muy pocos.
Cuando no se tiene nada que perder, se es libre por completo, y cuando no preocupa la propia importancia se tiene libertad total. Se tiene un propósito, se vive en júbilo, y uno espera que el mundo sea un lugar divino donde amar a los otros. En realidad está creando de nuevo su mundo con su recién hallada libertad.
Verse a sí mismo como un ser espiritual sin etiquetas es una manera de transformar el mundo y alcanzar un lugar sagrado. Comencemos por tomar la decisión de ser libres despojándonos del pasado. Cuando uno se deshace de su historia sabe que no es ni su nombre, ni su cuerpo, ni su mente, ni su ocupación, ni sus relaciones, ni su identidad étnico-cultural. Así pues, ¿quién somos? Lo que queda es lo invisible, lo intangible.
Cuando uno descubre su yo más sublime, experimenta esa energía interior y permite que le guíe en su vida. El adjetivo más corriente para describir esa fuerza interna es “espiritual”. Cuando hablo de espiritualidad y de ser espiritual describo, una actitud hacia Dios, un viaje interior de iluminación. Hablo de desarrollar las cualidades divinas de amor, perdón, bondad, y éxtasis que tenemos dentro. La espiritualidad no es cuestión de dogmas ni de ideas. Es luz, júbilo y concentración en la experiencia del amor y el éxtasis internos, y transmitir esas cualidades al exterior.
Al viaje destinado a descubrir su yo más sublime lo llamo “búsqueda sagrada”. Verás que la totalidad del universo está contenido en nosotros mismos. Sabrás que todo no son más que emanaciones de nuestra existencia. Te darás cuenta de que somos quien se refleja en todas partes y que es el propio reflejo el que pasa ante nuestros ojos.
Tienes dentro de sí este poder de trascendencia sobre la vida dominada por el ego. Puedes darte la vuelta y mirar hacia el interior, descubrir nuestra naturaleza espiritual. Entonces podrás vivir cada uno de los días con la sensación de éxtasis que se deriva de hallarte en el sendero de la búsqueda sagrada. Hacer explotar la luz implica entender quién es uno y qué está haciendo aquí, en esta cosa llamada cuerpo, en este lugar llamado mundo, en este momento de nuestra vida. Pero nuestra alma interior sabe que eres eterno. En esa faceta del yo careces de forma, no tienes límites. Sin límites no hay nacimiento ni muerte. ¡Nuestro yo espiritual nunca nació, nunca morirá!
El saber esto de una forma que no deje lugar para la duda te capacitará en gran manera para la búsqueda sagrada. Cuando llegues a ese estado sabiendo que quien somos es el yo inmutable, tendrás un propósito en la vida.
Cuando cultivamos la condición de testigos comprensivos, adquirimos la conciencia de que somos algo más que nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones. Más que unos cautivos del conjunto de creencias y comportamientos adquiridos practicados a lo largo de la vida. Adquiriremos una visión más amplia de quién somos, y esta nueva percepción conducirá y a niveles de vida más elevados, nos pondrá en contacto con nuestra alma eterna. Al conocer ese yo espiritual, seremos capaces de elevarnos a alturas que creencias anteriores nos impedían ver.
Cuando cultivamos la condición de espectador comprensivo, nos acercamos a la verdadera experimentación de otra dimensión, no estorbada por las limitaciones del mundo material, en la que se ve el cuerpo y los pensamientos sin identificarse con ellos. Hay una realidad espiritual disponible cuando nos separamos del yo material. La conexión con el plano superior la establecemos solo desde esa posición; la energía divina que hay en nuestro interior nos envuelve en amor y paz mientras observamos los pensamientos, sentimientos y sensaciones del cuerpo.
 Cuando se produce una profunda revelación se ha de adoptar una actitud muy seria respecto de la propia vida. En el instante en que reconocemos que estamos viviendo la verdad tal cual es, tenemos que darnos cuenta de la trascendencia de lo que nos está siendo revelado.
Dentro de nosotros existe la dimensión eterna e inmutable de nuestro yo espiritual. Éste es el yo invisible que le habla al yo físico. Es el pensador de los pensamientos. Cuando uno es realmente capaz de creer en el dominio espiritual del espectador, entonces nada va mal, porque el mal carece de sentido para el observador. Todo tiene su orden. Es como vivir en el paraíso, donde está la eternidad y el alma, al tiempo que uno se encuentra en el cuerpo físico. Pero en este espacio, el cuerpo no es el centro de la existencia.


    

   
  

                   Joe Dispenza – La mente infinita

Hace algo más de veinte años, Joe Dispenza fue arrollado por un todo terreno cuando participaba en un triatlón. El diagnóstico de los cuatro cirujanos que consultó coincidía, tenía que operarse inmediatamente, debían implantarle barras de Harrington (de 20 a 30 centímetros desde la base del cuello hasta la base de la columna), ya que la tomografía demostraba que la médula estaba lesionada y que podría quedarse paralizado en cualquier momento.

Dispenza, que era quiropráctico, sabía muy bien lo que eso significaba: una discapacidad permanente y, muy probablemente, con un dolor constante. Su decisión fue arriesgada: intentaría ayudar a su cuerpo a que se recuperara de manera natural, conocía bien todo lo concerniente a huesos y músculos e ideó un plan de acción que incluía autohipnosis, meditación, una dieta que ayudara a sus huesos a regenerarse y ciertos ejercicios en el agua. Se recuperó totalmente en un tiempo récord y decidió ahondar en el tema.

Durante ocho años, estudió las remisiones espontáneas de enfermedades y le sorprendieron tanto los resultados que decidió volver a la universidad para intentar explicar científicamente lo que había descubierto: el poder de nuestro cerebro como director ejecutivo del cuerpo.

Joe Dispenza estudió Bioquímica en la Universidad Rutgers de New Brunswickle,en Nueva Jersey; obtuvo el doctorado en Quiropráctica en la Life University de Atlanta, donde se licenció magna cum laude y recibió el premio Clinical Proficiency Citation por la extraordinaria calidad de su relación con los pacientes. Miembro de la International Chiropractic Honor Society, ha cursado estudios de posgrado en neurología, neurofisiología, función cerebral, biología celular, genética, memorización, química cerebral, envejecimiento y longevidad.

Desde 1997 ha dado conferencias ante más de diez mil personas en 17 países de los cinco continentes. A finales de mayo hablará en Madrid y Barcelona coincidiendo con la edición española de su libro "Desarrolla tu cerebro".

¿Cómo empezó a interesarse por el cerebro?

He entrevistado a cientos de personas que han sido diagnosticadas con enfermedades –tumores malignos y benignos, enfermedades cardiacas, diabetes, alteraciones respiratorias, hipertensión arterial, colesterol alto, dolores musculoesqueléticos, raras alteraciones genéticas para las que la ciencia médica no tiene solución…–, pero cuyo cuerpo se ha regenerado por sí solo sin la ayuda de una intervención médica convencional, como la cirugía o los fármacos.

¿Milagro?

Observé que una de las causas principales de esas remisiones espontáneas era que habían cambiado su forma de pensar, así que volví a la universidad e hice la carrera de neurociencias para poder explicar qué es lo que ocurría. Cuando afirmo que nuestros pensamientos se convierten literalmente en materia, me baso en la más pura vanguardia científica. Básicamente, esos individuos cambiaron la arquitectura neurológica de su cerebro.

Estimulante curiosidad la suya.

Todas esas personas que tenían una remisión espontánea compartían cuatro cualidades específicas. Lo primero es que todas aceptaron, creyeron y entendieron que había una inteligencia superior dentro de ellos, da igual si la calificaban de divina, espiritual o subconsciente. Lo segundo es que todas aceptaron que fueron sus propios pensamientos y sus propias reacciones las que crearon su enfermedad, y puedo hablar y citar estudios sobre cualquiera de estos temas durante media hora. Hay un floreciente campo científico llamado psiconeuroinmunología que demuestra la conexión existente entre la mente y el cuerpo.

Le creo, pero avancemos en sus conclusiones.

La tercera característica común es que cada persona decidió reinventarse a sí misma para llegar a ser otro, y los estudios actuales en neurociencias muestran que esto es totalmente posible. Por último, tenían en común que durante el período en que intentaban meditar o imaginar en qué querían convertirse, hubo tiempos largos en que perdieron la noción del tiempo y el espacio.

¿Y eso qué significa?

El lóbulo frontal representa un 40% ciento de la totalidad del cerebro, y cuando estamos de verdad concentrados o focalizados, el lóbulo frontal actúa como un control de volumen. Como tiene conexiones con todas las demás partes del cerebro, puedo rebajar el volumen del tiempo y del espacio. En otras palabras, los circuitos que tienen que ver con mover tu cuerpo, sentirlo, percibir lo que hay fuera y percibir el tiempo pasan a un segundo plano, y el pensamiento se convierte en la experiencia en sí, es más real que cualquier otra cosa. De este modo el lóbulo frontal elimina todo lo que no es prioritario para focalizarse en un único pensamiento, y es en ese momento en que el cerebro rehace su cableado.

¿En qué se traduce?

Aquello en lo que pensamos y en lo que concentramos nuestra atención con más frecuencia es lo que nos define a escala neurológica.

Un reciente estudio demuestra que las grandes ideas surgen cuando uno está relajado, pensando en otras cosas.

Entre la intención y el rendirse. Antes se creía que la parte derecha del cerebro es la parte emocional o sentimental, el lado creativo, y la izquierda, la racional o lógica. Pero de hecho, el lado derecho del cerebro es el responsable de procesar la novedad cognitiva, las nuevas ideas que, cuando ya están memorizadas, cuando se convierten en familiares, pasan al lado izquierdo del cerebro. Es lo que conocemos como rutina cognitiva.

¿Cambiar las marchas del coche?

Todas esas cosas que hacemos sin pensar, sí. Ésa es la razón de que cuando un neófito escucha música la oiga con el lado derecho del cerebro, pero un músico profesional lo haga con el izquierdo. Esto significa que tenemos la oportunidad de aprender cosas nuevas y recordarlas, es la manera que tiene la evolución de hacer conocido lo desconocido. Podemos cambiar nuestra mentalidad. Al crear nuevos cableados y fortalecerlos con nuestro pensamiento, dándoles prioridad, los que no utilizamos tienden a desaparecer.

Usted habla de inteligencia espiritual, ¿qué es eso, cómo lo explica desde un punto de vista científico?

No hay nada místico en ello. Se trata de la misma inteligencia que organiza y regula todas las funciones corporales. Esta fuerza hace que nuestro corazón lata ininterrumpidamente unas cien mil veces cada día sin que nosotros pensemos siquiera en ello, y se encarga de las sesenta y siete
funciones del hígado, aunque la mayoría de la gente ni siquiera sabe que ese órgano realiza tantas tareas. Esta inteligencia sabe cómo mantener el orden entre las células, los tejidos, los órganos y los sistemas corporales, porque ha sido ella quien ha creado el cuerpo a partir de dos células individuales.

¿El poder que da origen al cuerpo es el poder que lo mantiene y lo sana?

El cerebro no puede cambiar el cerebro porque es sólo un órgano, y la mente no puede cambiar el cerebro porque es un producto del cerebro. Así que tiene que existir algo que está operando en el cerebro para que cambie la mentalidad.

¿Cómo define ese algo?

Ja, ja, ja, esa es una pregunta muy filosófica, dos botellas de vino y quizá cuatro horas, porque se trata de la búsqueda del ser. Pero por el momento es curiosamente la ciencia la que nos permite explicar que efectivamente tenemos control sobre nuestra mente y nuestro cerebro, es decir, que no somos un efecto de nuestros procesos biológicos sino una causa.
Básicamente, más allá de mis estudios sobre las remisiones espontáneas de enfermedades, lo que intento transmitirle es que nuestros pensamientos provocan reacciones químicas que nos llevan a la adicción de comportamientos y sensaciones y que cuando aprendemos cómo se crean esos malos hábitos, no sólo podemos romperlos, sino también reprogramar y desarrollar nuestro cerebro para que aparezcan en nuestra vida comportamientos nuevos.

¿Y la predestinación genética?

La investigación científica de vanguardia está mostrando que la genética tiene la misma plasticidad que el cerebro. Los genes son como interruptores, y es el estado químico en que vivimos el que hace que algunos estén encendidos y otros apagados. Se ha realizado un estudio muy interesante en Japón con enfermos dependientes de la insulina tipo dos que mostraba cómo los enfermos sometidos a programas de comedia normalizaban su nivel de azúcar en sangre sin necesidad de insulina. Veinticuatro genes activados sólo por el hecho de reírse. Los genes son igual de plásticos que nuestro tejido neuronal.

¿Cada vez que pensamos fabricamos sustancias químicas?

Así es, y estas sustancias a su vez son señales que nos permiten sentir exactamente cómo estábamos pensando. Así que si tienes un pensamiento de infelicidad, al cabo de unos segundos te sientes infeliz. El problema es que en el momento en que empezamos a sentir de la manera en que
pensamos, empezamos a pensar de la manera en que nos sentimos, y eso produce aún más química.

Un círculo vicioso.

Sí, y así se crea lo que llamamos el estado de ser. La repetición de estas señales hace que algunos genes estén activados y otros apagados. Memorizamos este estado como nuestra personalidad, así que la persona dice: “Soy una persona infeliz, negativa, o llena de culpa”, pero en realidad lo único que ha hecho es memorizar su continuidad química y definirse como tal. Nuestro organismo se acostumbra al nivel de sustancias químicas que circulan por nuestro torrente sanguíneo, rodean nuestras células o inundan nuestro cerebro. Cualquier perturbación en la composición química constante, regular y confortable de nuestro cuerpo dará como resultado un malestar.

Estamos enganchados a nuestra química interna.

Sí, haremos prácticamente todo lo que esté en nuestra mano, tanto consciente como inconscientemente y a partir de lo que sentimos, para restaurar nuestro equilibrio químico acostumbrado. Es cuando el cuerpo ya manda sobre la mente.

¿Propone cambiar la química cerebral con nuestro pensamiento?

Es una parte de mi trabajo, no se trata sólo de cambiar la química cerebral, también los circuitos cerebrales, el cableado. Si podemos forzar al cerebro a pensar con otros patrones o secuencias, estamos creando una nueva mente. El principio de la neurociencia es que si las células neuronales se activan conjuntamente, se entrelazan creando una conexión más permanente. Una persona ante una situación, por nueva que sea, recurre a esa conexión, es decir, repite el mismo pensamiento una y otra vez y da las mismas respuestas, su cerebro no cambia, vive con la misma mente cada día.

¿Cómo interrumpir el ciclo?

A través del proceso de conocimiento y de la experiencia podemos cambiar el cerebro. Es buena idea examinar constantemente qué podemos cambiar dentro de nosotros. Si cada mañana nos planteáramos cuál es la mejor idea que podemos tener de nosotros mismos, tendríamos otro tipo de
mundo.

¿Qué preguntas debemos hacernos para sentir de otra manera?

La mayoría de las personas cree que las emociones son reales. Las emociones y los sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias. Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados. Se trata del mismo proceso químico vez tras vez. Una pregunta que ayudaría a cambiarnos es: ¿qué sentimiento tengo cada día que me sirve de excusa para no cambiar? Si las personas empiezan a decirse: yo puedo eliminar la culpa, la vergüenza, las sensaciones de no merecer, de no valer…; si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estos estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos. ¿Cuál es el mayor ideal de mí mismo? ¿Qué puedo cambiar de mí mismo para ser mejor persona? ¿A quién en la historia admiro y qué quiero emular?

Pero saber quién quieres ser no es suficiente para cambiar tu cableado.

No. El conocimiento es lo que precede a la experiencia. Aprender una información es personalizarla y aplicarla. Debemos modificar nuestro comportamiento para poder tener una nueva experiencia que a su vez crea nuevas emociones. El conocimiento es para la mente; la experiencia, para el cuerpo. Tenemos que enseñar al cuerpo lo que la mente ha entendido intelectualmente. Si seguimos repitiendo esa experiencia, se archiva en un sistema nuevo en el cerebro, y eso permite pasar del pensar al hacer, al ser.

El siguiente paso es cambiar hábitos de comportamiento, tiene que haber acción.

El hábito más grande que tenemos que romper es el de ser nosotros mismos, porque la neurociencia y la psicología dicen que la personalidad ya está formada antes de los 35 años, eso significa que tenemos los circuitos hechos para poder enfrentarnos a cualquier situación y, por lo tanto, vamos a pensar, a sentir y actuar de la misma manera el resto de nuestros días. Pero los últimos estudios muestran que sí es posible cambiar la personalidad en todas las etapas de la vida, para eso hay que convertir el hábito inconsciente en algo consciente, llegar a tener conciencia de esos pensamientos y sentimientos inconscientes.

¿Eso son 20 años de psicoanálisis?

Aunque llegues a entender intelectualmente que tu padre era muy dominante, eso no cambia tu condición. El primer paso siempre es aprender. Mientras vamos aprendiendo nueva información y empezamos a pensarla, la contrastamos con nuestras creencias y la analizamos, estamos cambiando nuestro cableado, construyendo una nueva mente. Una vez que esa nueva mente está establecida, tenemos que empezar a pensar cómo mostrarla, y ahí entra el cuerpo. Cualquier proceso de cambio requiere el desaprender y el reaprender.

sábado, 3 de marzo de 2018

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10 Maneras en que tu pensamiento te sabotea y no lo sabías

por Tay


Nuestra mente está diseñada para protegernos. Es buena para pintar la imagen que cree que queremos ver, sin saber si eso es útil o nocivo. Mientras pintamos la imagen, la mente presenta toda clase de excusas diseñadas para darnos una salida. No te das cuenta, pero esas son maneras en que tu pensamiento te sabotea.
10 maneras en que tu pensamiento te sabotea
Depende de ti decidir qué tan importante es algo y luego cuestionar las excusas que lo impiden. Lo más probable es que cuando comiences a cuestionar la excusa, te des cuenta de que no hay una que se interponga en tu camino.
Puedes superar la tendencia de tu mente a inventar excusas reconociendo los pensamientos saboteadores que tu mente intenta decirte. Estos son algunos de los más comunes.
1. No es posible
Es como si te hubieras rendido antes de empezar, que es la forma en que la mente trata de protegerte del fracaso. Recuerda, el fracaso a menudo es un paso necesario hacia el éxito. Dite a ti mismo, “es posible”. Es posible que tenga que investigar y pensar de forma creativa, pero “donde hay voluntad, hay una manera”.
2. No soy capaz
Esta excusa es hablar de miedo. Está tratando de ayudarte a salvar la cara. Steven Pressfield dijo en su libro El arte del trabajo: “El aficionado cree que primero debe superar su miedo, y luego puede hacer su trabajo. El profesional sabe que ese miedo nunca puede ser superado. Él sabe que no existe un guerrero intrépido o un artista sin miedo. “No dejes que el miedo gane. Sigue diciendo que eres capaz, y puedes y haz el trabajo para que así sea.
3. Es más fácil para ellos porque tienen dinero y conocen a las personas adecuadas
Todo el mundo tiene que empezar en alguna parte, y a menudo son aquellos que comienzan algo con muy pocos recursos los que hacen las mayores diferencias. ¿Por qué? Porque cuando tienes que resolver las cosas, piensas creativamente. Y el pensamiento creativo conduce a la innovación.
4. No tengo el tiempo ni el dinero
Esta es solo una forma en que tu pensamiento te sabotea para no hacerlo. El tiempo y el dinero rara vez son las razones reales que te impiden hacer lo que quieres hacer. Por lo general, hay algún otro problema subyacente. Descubre cuál es el problema y ya habrás ganado.
5. Un día, cuando…
Un día cuando… los niños crezcan, la casa se pague, o te asciendan, son excusas comunes que te impiden dar el siguiente paso. Nunca hay un momento perfecto para arriesgarse, así que bien podrías dar el primer paso hoy.
6. Simplemente no está funcionando
Esta es una forma de rendirse y una forma clara en que tu mente te sabotea para dejar de hacerlo. Claro, hay ocasiones en que cerrar un negocio o dejar de trabajar en una idea es apropiado, pero es muy raro que sea porque no está funcionando.
Es hora de una evaluación real de la situación, recordando que el éxito por lo general sigue a una caída en el impulso. Encuentra las razones reales de por qué no está “funcionando” y luego evalúa tus próximos pasos.
7. Es muy tarde
¿Demasiado tarde para quién? Nunca es demasiado tarde. Según el índice anual de actividad emprendedora de la Fundación Kauffman, casi una cuarta parte de todos los empresarios en 2012 tenían entre 55 y 64 años, y esa cifra va en aumento.
Lo primero que veas revela lo que deseas realmente desde tu corazón
Entonces, si un hombre de 60 años está dispuesto a hacer todo lo necesario para comenzar un negocio, ¿qué es demasiado tarde para que empiece?
8. Necesito un cheque de pago
No uses tu trabajo existente como una excusa para dejar de hacer las cosas que te importan. Sí, es importante poner comida sobre la mesa, pero si algo resuena contigo, debes hacerlo tú mismo para encontrar la hora.
Puedes aceptar el status quo, o puedes pasar un poco de tiempo todos los días haciendo algo que alimente tu alma. La elección es tuya, asegúrate y elige sabiamente.
9. Llevará demasiado tiempo
Ahí está de nuevo tu pensamiento saboteándote. ¿Qué es demasiado tiempo, realmente? Claro que todos quieren felicidad, abundancia y tranquilidad en este momento, pero todas las cosas buenas valen la pena el esfuerzo y el proceso. Vale la pena buscar cualquier cosa que valga la pena, independientemente de cuándo llegue.
10. No tendré nada de tiempo libre
Es hora de descubrir qué es lo que más valoras. Cada vez que aceptes algo nuevo, infringirá tu tiempo libre. Sin embargo, si algo nuevo es lo suficientemente importante, te das cuenta de que renunciar a tu tiempo libre es solo temporal. Si el riesgo vale la recompensa, entonces lo mejor es pasar tu tiempo libre para hacer que algo bueno suceda.

Es hora de enfrentarse a la máquina de hacer excusas llamada ‘tu mente’. Desafía y retoma el control. Entonces, ¿qué excusas te dará tu mente?



El amor puede ser una medicina

El amor puede ser una medicina
por Vida


¿El amor podría ser considerado como una medicina?
 Para resolver esta pregunta veremos a continuación una reflexión creada por Martin Garello, donde se muestra al amor como si fuera una dosis de un medicamento, cuales son los efectos en nuestro cuerpo y mente.


Indicaciones: Afecciones en el corazón y/o psiquis. Pérdida de ánimo, hostilidad, indiferencia, desmotivación, idiotez, indecisión, fastidio, desgano, temor, depresión, todo tipo de discapacidad y/o enfermedad.
Acción terapéutica: Antídoto anti-odio. Fertilizante del comportamiento mental y espiritual. Tratamiento de síntomas tales como el abandono, la maldad, la desigualdad, el egoísmo, trastornos infantiles, la indiferencia.
Presentación: Embazado en el alma. Aunque su envase es directamente proporcional al paciente y la dosis asimilada depende de la absorción permitida por la destreza, disposición y creencias del paciente.
Composición: Cada miligramo contiene:
Libertad, pasión, felicidad, paz.
Modo de administración: Administrarse infinitos miligramos de amor a toda hora del día. Se sugiere un intervalo entre dosis para mayor intensidad de absorción.
Precauciones: Ninguna.
Reacciones: Liberación de impulsos inmoderados, anulación leve o parcial de la compostura, apertura del corazón y expansión del alma, nacimiento de una razón personal por la vida.
Contraindicaciones: No se han presentado a lo largo de varios milenios.