domingo, 24 de octubre de 2010

Sana tu mente: Una mente herida no pueda amar.

La felicidad sólo puede provenir de tu interior y es el resultado de tu amor. Cuando te das cuenta de que ninguna otra persona puede hacerte feliz y que la felicidad es el resultado de tu propio amor, habrás iniciado el camino de autonomía más importante de tu vida.  Miguel Ruiz


Sana tu mente: Una mente herida no pueda amar.
Imagina un pueblo en el que todo el mundo padece una extraña enfermedad de la piel que hace que esté llena de heridas en carne viva. Imposible tocarles (abrazarles, besarles, darles la mano, pasarles el teléfono). En cualquier parte del cuerpo que se toque hay una herida y se produce el dolor. Ahora imagina un pueblo donde todo el mundo padece una extraña enfermedad de la mente que hace que muchas palabras resulten dolorosas, ciertas miradas, gestos, actitudes y reacciones que producen celos, rencor, resentimientos, sufrimiento en suma. Una mente llena de heridas en carne viva que hace que duela cualquier forma de contacto o comunicación.
Una mente tan llena de heridas no puede amar, porque amar significa acercamiento y conexión; una mente cubierta de llagas sólo puede sentir el dolor en cada contacto. Y por eso acaba creyendo que el amor es sufrimiento, y que sin sufrimiento no existe amor verdadero. Nada más lejos de la realidad.
Una vez que entiendes el concepto de la mente herida comprenderás por qué son tan difíciles las relaciones románticas. Una mente herida por sentimientos de rechazo, no aceptación, abandono y castigos, una mente herida por el miedo, en suma, es una mente a la defensiva, dolida e inaccesible. Es una mente que ni puede amar ni se deja amar, porque el riesgo es demasiado doloroso.
La enfermedad del miedo.
La enfermedad del miedo se manifiesta a través del enfado, el odio, la tristeza, la envidia o la hipocresía. Los seres humanos vivimos con el miedo continuo a ser heridos y esto da origen a grandes conflictos dondequiera que vayamos. La manera de relacionarnos los unos con los otros provoca tanto miedo emocional que, sin ninguna razón aparente, nos enfadamos y sentimos celos, envidia o tristeza. Incluso decir "te amo" puede resultar aterrador. Y sin embargo, a pesar de todo el dolor nos pasamos la vida persiguiendo migajas de amor, que muchas veces sólo encontramos en el fondo, muy en el fondo, de fugaces encuentros sexuales, donde es inevitable que se cuelen pistas de ternura porque la ternura siempre está ahí. El amor y la ternura no están fuera (y por tanto no hay que perseguirlos) sino dentro de nuestro corazón -según Miguel Ruiz-, que es como una "cocina mágica" capaz de producir amor constantemente, día y noche, sin descanso. Pero no siempre somos conscientes de ello, y eso hace que a menudo nos perdamos en el camino -mendigando fuera lo que podemos crear a raudales dentro.

Qué diferencia al amor del miedo?
El amor no plantea obligaciones. El miedo está lleno de obligaciones.
El amor no tiene expectativas. El miedo está lleno de expectativas.
El amor está basado en el respeto. El miedo no respeta a nada, ni a sí mismo.
El amor no necesita pedir disculpas. El miedo está lleno de pena y lástima hacia todo; el miedo necesita pedir perdón continuamente.
El amor es responsable. El miedo rehuye toda responsabilidad y busca continuas justificaciones.
El amor es amable. El miedo arrasa con reacciones de enfado, tristeza, celos o sentimientos de traición.
El amor es incondicional. El miedo está lleno de condiciones.
El amor es justo. El miedo pasa factura por el mismo error un millón de veces y nunca caduca.
El amor aprende de los errores. El miedo crece en su miedo después de cada error.
El amor da sin esperar nada a cambio, por el placer de dar. El miedo se resiste a dar y prefiere recibir, o de lo contrario desconfía y se siente utilizado.
Para ser maestro en una relación tienes que trabajar en ti mismo. El primer paso consiste en tomar conciencia de que todas las personas viven su propio sueño. En una pareja hay dos "sueños", como mínimo, y tú solo puedes responsabilizarte de tu parte, de tu mitad: de ti mismo. Te resultará más fácil controlar esta parte y trabajar en ella. No te corresponde a ti controlar a la otra mitad sino respetarla. Respetarla significa asumir que tu pareja (o tu amiga, o tu hijo, o tu madre) es completamente responsable de su parte. Si respetas a la otra parte, es más fácil que en esta relación haya paz y no guerra.
La calidad de tu comunicación depende de las elecciones que haces en cada momento, según las ajustes al amor o al miedo. Si te descubres en el camino del miedo (ver recuadro: obligaciones, expectativas, pena, lástima, condiciones, etc.), esa consciencia te ayudará a cambiar el rumbo de tu atención y adentrarte en el camino del amor.
Si eres consciente de que nadie más puede hacerte feliz y de que tu felicidad es el resultado del amor que emana de ti, llegarás a experimentar la gran maestría del amor.

La cocina mágica.
Imagina que tienes en tu casa una cocina mágica que te proporciona la cantidad que desees de cualquier comida del mundo en cualquier momento. Alimentas a quienquiera que venga a verte porque tienes de sobra y por el mero placer de compartirlo.
Imagina que llama alguien a tu puerta y de dice: "Te doy esta pizza si haces lo que quiero y eres como quiero que seas. Te garantizo que te traeré una pizza cada día si me dejas controlar tu vida". Evidentemente, no funcionaría, porque no necesitas esa pizza. Tienes dentro de tu cocina todas las pizzas , y otros deliciosos manjares mucho mejores, para ofrecer tu vida a cambio de un trozo de pan con queso.
Sería diferente, claro, si tu cocina estuviera vacía y llevaras varios días sin comer. Alguien te ofrece un trozo de pizza y se lo das todo. Y mucho más si te ofrece la seguridad de una pizza diaria en tu cocina vacía. Incluso puedes llegar a sentirte agradecido por salvarte la vida, y confundirlo con amor (tu agradecimiento y su "generosidad").
Ahora imagínate que hablamos de amor en vez de comida.
Tu corazón es como esa cocina mágica. Basta con abrirlo para que obtengas todo el amor que quieras y más. No hay necesidad de dar vueltas por el mundo buscando y suplicando amor.
Fíjate en cuánta desdicha crean los seres humanos cuando creen que no tienen amor. Se sienten hambrientos de amor y cuando prueban una pequeña porción (aunque sea escaso o de mala calidad) se convierten en personas necesitadas y obsesionadas con ese amor. Son encapaces de vivir sin el suministrador de esa pequeña dosis diaria y harían lo que fuera para no perderlo. Hasta perderse a sí mismas. Y permanecer en el sufrimiento indefinidamente.
LA MAESTRÍA DEL AMOR 

domingo, 17 de octubre de 2010

¿Y Entonces Dónde Vive Dios? por Neale Donald Walsch

¿Y Entonces Dónde Vive Dios?
por Neale Donald Walsch
9 de Octubre de 2010
Traducción: Margarita LópezEdición: El Manantial del Caduceohttp://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Exploremos algo realmente fascinante. Veamos el lugar en el universo en el que Dios reside, el lugar en que Dios existe.
Muchas personas creen que Dios está en todas partes, pero no creen que Dios resida dentro de ellos. Puede ser que digan esto por humildad, pero en realidad es el colmo de la arrogancia imaginar que Dios existe en todas partes en el Universo, excepto en ti.
Eso haría que tu cuerpo, mente y alma sean propiedades muy exclusivas.
Si aceptamos, en cambio, lo que incluso las religiones tradicionales dicen: que Dios es el Alfa y el Omega, el principio y el fin, el Todo-en-Todo, entonces necesariamente tenemos que concluir que Dios existe en nosotros.
Ésta es una conclusión importante, porque si es correcta (y lo es), nos encontramos con una interrogante muy intrigante y significativa: ¿Dónde en nosotros existe Dios? ¿En nuestro dedo meñique? ¿En nuestro dedo gordo del pie? ¿En nuestro cerebro? ¿En nuestro corazón? ¿En nuestra alma? (¿Tenemos siquiera un alma?) (Sí.)
La respuesta: si Dios realmente es el Todo-en-Todo, el Alfa y el Omega, entonces no puede haber ningún lugar en nosotros donde no esté Dios. De hecho, no hay ningún lugar en nada donde no esté Dios. Dios está en todas partes, y se manifiesta en todo.
Esto nos lleva de vuelta a la Verdad Tácita. Si Dios está en todas partes en ti, si no hay ningún lugar en ti donde no esté Dios, entonces Dios eres .
Y todo lo demás.
Una vez que entiendes esto, ya nunca más puedes imaginar que la vida se trata de “ti”. No en el sentido de que “tú” tienes que ser, hacer o tener algo en particular para poder ser feliz. No en el sentido de que “tú” necesites algo, o que requieras de algo, para poder sobrevivir.
Vivir en esta verdad hace que sea muy difícil ser “atrapados” en los pequeños “dramas” cotidianos de la vida, tal como la vive actualmente la mayoría de la gente en la tierra, y proporciona una nueva perspectiva sobre las tragedias realmente importantes y el conflicto de nuestra especie.
Durante 50 años estuve viviendo un caso de identidad equivocada. Yo pensaba que estaba separado de Dios. Ahora sé que esto no es verdad, y que Dios y yo somos Uno. Esto no quiere decir que “yo soy Dios” en el sentido arrogante de esas palabras. Esto significa que “yo soy lo que Dios es, y Dios es lo que yo soy”. ¡Esto significa que verdaderamente he sido hecho a imagen y semejanza de Dios!
Y tú también.
En un nivel estrictamente personal, esto significa que ya no necesitas nada en absoluto, y por tanto puedes soltar todos tus “dramas” personales cotidianos ahora mismo. Dado que eres todo lo que puedes imaginar que necesitas o deseas, ¿de qué hay que preocuparse?
¿Deseas amor? Tú eres amor. ¿Deseas abundancia? Tú eres abundancia. ¿Deseas compasión, perdón, comprensión? Tú eres compasión, perdón, comprensión.
Puede ser que no experimentes que eres estas cosas si has estado viviendo un caso de identidad equivocada, sin embargo, la manera más rápida de experimentar que eres estas cosas es ser estas cosas. Y la manera más rápida de experimentarte a ti mismo siendo estas cosas es dar estas cosas. Porque es al dar que haces realidad y multiplicas el tener, y es al tener que experimentas y expandes el ser, y es al ser que abrazas y expresas el conocimiento de Quién Eres – y éste es el propósito de toda la vida.
Estas son comprensiones que, una vez que se abrazan verdaderamente, pueden alterar tu experiencia de vida para siempre.
Con amor y abrazos,
Neale

ASUMIR LA PRESENCIA DE DIOS EN NOSOTROS, SERIA NUESTRA MEJOR MISIÓN EN ESTA VIDA
                                                YRIS

Resiliencia, el arte de vivir feliz


Es precisamente una situación excepcionalmente difícil lo que da al hombre la Oportunidad de  crecer espiritualmente más allá de si mismo; “el hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído  Víktor Frankl


Una experiencia traumática es siempre negativa, pero lo que suceda a partir de ella depende de cada persona. En la mano del hombre esta elegir su opción, que o bien puede convertir su experiencia negativa en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar y a derrumbarse (Frankl,).
La perla de la ostra es uno de los símbolos que se asocia a la resiliencia. Esta produce una sustancia viscosa para protegerse de los granitos de arena cuando penetran en su concha. Posteriormente esta sustancia se convierte en perla. Como consecuencia de ese dolor e incomodidad, la ostra se engrandece y adquiere otro gran valor, la perla
La resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad. Es el arte de vencer las adversidades con los pies en la madre tierra.
La resiliencia significa una combinación de factores que permiten a un niño, a un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida, y construir sobre ellos. El ser humano tiene una remarcable  capacidad de adaptarse, de encontrar sentido y de crecimiento personal ante las experiencias traumáticas más terribles
Este concepto fue introducido en el ámbito psicológico hacia los años setenta por el paido-psiquiatra Michael Rutter, directamente inspirado en el concepto de la física. En la opiniónconductista de Rutter, la resiliencia se reducía a una suerte de «flexibilidad social» adaptativa.
Resiliencia (del verbo latino resilio, resilire: ‘saltar hacia atrás, rebotar’) depende del contexto en que se tome: En ingeniería, resiliencia  es una magnitud que cuantifica la cantidad de energía por unidad de volumen que almacena un material al deformarse elásticamente debido a una tensión aplicada. La resiliencia (en psicología) se refiere a la capacidad de las personas o grupos para sobreponerse al dolor emocional para continuar con su vida.
Resiliencia se refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional. Cuando un sujeto o grupo animal es capaz de hacerlo, se dice que tiene resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por los mismos.
Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de fuerte y prolongado estrés, como por ejemplo el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a la pobreza extrema.
La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión y, por otra parte, mas allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.
La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intra-psíquicos que posibilitan tener una vida «sana» en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural.
De este modo se categorizan los sujetos en no-resilientes y pro-resilientes, existiendo una gradación intermedia. Se observa que a mayor actividad cognitiva y a mayor capacidadintelectual aumenta la resiliencia, no sólo emocional, sino de las neuronas de los sujetos. Ciertamente que no es absoluta la relación «mayor nivel intelectual = mayor resiliencia», pero estadísticamente es muy frecuente. El sujeto con mayores conocimientos y mayor capacidad intelectual puede procesar y elaborar más eficazmente los traumas y los factoresdistresantes.
Teniendo en consideración que la resiliencia psíquica es el resultado de múltiples procesos que contrarrestan las situaciones nocivas, se trata de una dinámica en la cual se podrían señalar las siguientes etapas:
a-El equilibrio que enfrenta a la tensión, b -El compromiso y el desafío, c- La superación, d -La significación y valoración, e- La positividad de sí mismo, f- La responsabilidad, g-La creatividad
En el proceso de desarrollo de la resiliencia intervienen dos elementos: la fortaleza interna y los recursos externos
Una característica común es que cuentan con una persona altamente significativa, quien les aporta amor y apoyo incondicional. Otro elemento es que son personas que le buscan a la vida un sentido y propósito
Recomendaciones para construir la resiliencia: - fortalézcase como persona, que se valora, y tiene dones y capacidades. Encuentre en que es hábil y desarróllelo.- fortalezca y amplíe sus vínculos personales, que le sean una influencia positiva. Desarrolle destrezas de socialización y comunicación asertiva
Aprender del fracaso para llegar al éxito. El valor de la resiliencia.
Uno de los mayores miedos al convertir tu intención en acción es el miedo al fracaso. El Fracaso está estigmatizado en gran parte de las culturas occidentales, se oculta, se niega, se rehúye y se usa como arma arrojadiza. Y, sin embargo, existe y es parte del proceso de aprendizaje, y en definitiva del proceso del éxito.
 Por Jose Luis Montes
Características de una persona Resiliente son autoestima, sentido del humor, inteligencia, autocontrol, habilidades para la vida, afrontamiento y resolución de problemas, autonomía. Todos los seres humanos nacen con la capacidad para hacer frente a las demandas de su medio, fé.

YRIS ARAUJO

Un Curso de Milagros

Dr. Wayne Dyer - Tu Ultima Llamada para la Inspiracion 1/14

Tus Zonas Erróneas - Wayne W. Dyer - 1,

RESILIENCIA "[...] y se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas" (Edith Grotberg, 1998).




El nuevo concepto: en el marco de investigaciones de epidemiología social se  observó que no todas las personas sometidas a situaciones de riesgo sufrían enfermedades o padecimientos de algún tipo, sino que, por el contrario, había quienes superaban la situación y hasta surgían fortalecidos de ella. A este fenómeno se lo denomina en la actualidad resiliencia.[1]
El trabajo que dio origen a este nuevo concepto fue el de E. E. Werner (1992), quien estudió la influencia de los factores de riesgo, los que se presentan cuando los procesos del modo de vida, de trabajo, de la vida de consumo cotidiano, de relaciones políticas, culturales y ecológicas, se caracterizan por una profunda inequidad y discriminación social, inequidad de género e inequidad etnocultural que generan formas de remuneración injustas con su consecuencia: la pobreza, una vida plagada de estresores, sobrecargas físicas, exposición a peligros (más que “factores de riesgo” deberíamos considerarlos procesos destructivos [Breilh, 2003] que caracterizan a determinados modos de funcionamiento social o de grupos humanos). Werner siguió durante más de treinta años, hasta su vida adulta, a más de 500 niños nacidos en medio de la pobreza en la isla de Kauai. Todos pasaron penurias, pero una tercera parte sufrió además experiencias de estrés y/o fue criado por familias disfuncionales por peleas, divorcio con ausencia del padre, alcoholismo o enfermedades mentales. Muchos presentaron patologías físicas, psicológicas y sociales, como desde el punto de vista de los factores de riesgo se esperaba. Pero ocurrió que muchos lograron un desarrollo sano y positivo: estos sujetos fueron definidos como resilientes.
Como siempre que hay un cambio científico importante, se formuló una nueva pregunta que funda un nuevo paradigma: ¿por qué no se enferman los que no se enferman?
Primero se pensó en cuestiones genéticas (“niños invulnerables” se los llamó), pero la misma investigadora miró en la dirección adecuada. Se anotó que todos los sujetos que resultaron resilientes tenían, por lo menos, una persona (familiar o no) que los aceptó en forma incondicional, independientemente de su temperamento, su aspecto físico o su inteligencia. Necesitaban contar con alguien y, al mismo tiempo, sentir que sus esfuerzos, su competencia y su autovaloración eran reconocidas y fomentadas, y lo tuvieron. Eso hizo la diferencia. Werner dice que todos los estudios realizados en el mundo acerca de los niños desgraciados, comprobaron que la influencia más positiva para ellos es una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo. O sea que la aparición o no de esta capacidad en los sujetos depende de la interacción de la persona y su entorno humano.

Pilares de la resiliencia: a partir de esta constatación se trató de buscar los factores que resultan protectores para los seres humanos, más allá de los efectos negativos de la adversidad, tratando de estimularlos una vez que fueran detectados. Así se describieron los siguientes:


Autoestima consistente. Es la base de los demás pilares y es el fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por un adulto significativo, “suficientemente” bueno y capaz de dar una respuesta sensible.
Introspección. Es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. Depende de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir del reconocimiento del otro. De allí la posibilidad de cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o delincuentes, con el fin de obtener ese reconocimiento.
Independencia. Se definió como el saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; la capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento. Depende del principio de realidad que permite juzgar una situación con prescindencia de los deseos del sujeto. Los casos de abusos ponen en juego esta capacidad.
Capacidad de relacionarse. Es decir, la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros. Una autoestima baja o exageradamente alta producen aislamiento: si es baja por autoexclusión vergonzante y si es demasiado alta puede generar rechazo por la soberbia que se supone.
Iniciativa. El gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes.
Humor. Encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite ahorrarse sentimientos negativos aunque sea transitoriamente y soportar situaciones adversas.
Creatividad. La capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del juego en la infancia.
Moralidad. Entendida ésta como la consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores. Es la base del buen trato hacia los otros.
Capacidad de pensamiento crítico. Es un pilar de segundo grado, fruto de las combinación de todos los otros y que permite analizar críticamente las causas y responsabilidades de la adversidad que se sufre, cuando es la sociedad en su conjunto la adversidad que se enfrenta. Y se propone modos de enfrentarlas y cambiarlas. A esto se llega a partir de criticar el concepto de adaptación positiva o falta de desajustes que en la literatura anglosajona se piensa como un rasgo de resiliencia del sujeto (Melillo, 2002).
Las fuentes interactivas de la resiliencia: de acuerdo con Edith Grotberg (1997), para hacer frente a las adversidades, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado, los niños toman factores de resiliencia de cuatro fuentes que se visualizan en las expresiones verbales de los sujetos (niños, adolescentes o adultos) con características resilientes:
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“Yo tengo” en mi entorno social.
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“Yo soy” y “yo estoy”, hablan de las fortalezas intrapsíquicas y condiciones personales.
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“Yo puedo”, concierne a las habilidades en las relaciones con los otros
  
Tengo: Personas alrededor en quienes confío y que me quieren incondicionalmente.
Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros. Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder.
Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo.
Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro, o cuando necesito aprender.
Soy:     Alguien por quien los otros sienten aprecio y cariño.
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto.
Respetuoso de mí mismo y del prójimo.
Estoy:    Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.
Seguro de que todo saldrá bien.
Puedo:  Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan.
Buscar la manera de resolver mis problemas.
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar.
Encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito.

Aldo Melillo



Resiliencia, es decubrir esa maravillosa persona que llevamos dentro

martes, 12 de octubre de 2010

UNA NUEVA TIERRA UN DESPERTAR AL PROPÓSITO DE SU VIDA. ECKHART TOLLE

CAPÍTULO DOS
EL EGO: EL ESTADO ACTUAL DE LA HUMANIDAD

Las palabras, ya sean vocalizadas y convertidas en sonido o formuladas silenciosamente en los pensamientos, pueden ejercer un efecto prácticamente hipnótico sobre la persona. Es fácil perdernos en ellas, dejarnos arrastrar por la idea implícita de que el simple hecho de haberle atribuido una palabra a algo equivale a saber lo que ese algo es. La realidad es que no sabemos lo que ese algo es. Solamente hemos ocultado el misterio detrás de un rótu­lo. En últimas, todo escapa al conocimiento: un ave, un árbol, hasta una simple piedra, y sin duda alguna el ser humano. Esto se debe a la profundidad inconmensurable de todas las cosas. Todo aquello que podemos percibir, experimentar o pensar es apenas la capa superficial de la realidad, menos que la punta de un témpano de hielo.
Debajo de la superficie no solamente todo está conectado entre sí, sino que también está conectado con la Fuente de la vida de la cual provino. Hasta una piedra, aunque más fácilmente lo harían una flor o un pájaro, podría mostrarnos el camino de regreso a Dios, a la Fuente, a nuestro propio ser. Cuando observamos o sostenemos una flor o un pájaro y le permitimos ser sin imponerle un sustantivo o una etiqueta mental, se despierta dentro de nosotros una sensación de asombro, de admiración. Su esencia se comunica calladamente con nosotros y nos permite ver, como en un espejo, el reflejo de nuestra propia esencia. Esto es lo que sienten los grandes artistas y logran transmitir a través de sus obras. Van Gogh no dijo: "Esa es sólo una silla vieja". La observó una y otra vez. Percibió la calidad del ser de la silla. Y entonces se sentó ante el lienzo y tomó el pincel. La silla se habría vendido por unos cuantos dólares. La pintura de esa misma silla se ven­dería hoy por más de $25.000 millones.
Cuando nos abstenemos de tapar el mundo con palabras y rótulos, recuperamos ese sentido de lo milagroso que la humani­dad perdió hace mucho tiempo, cuando en lugar de servirse del pensamiento, se sometió a él. La profundidad retorna a nuestra vida. Las cosas recuperan su frescura y novedad. Y el mayor de los milagros es la experiencia de nuestro ser esencial anterior a las palabras, los pensamientos, los rótulos mentales y las imágenes. Para que esto suceda debemos liberar a nuestro Ser, nuestra sen­sación de Existir, del abrazo sofocante de todas las cosas con las cuales se ha confundido e identificado. Es de ese proceso de liberación del que trata este libro.
Mientras más atentos estamos a atribuir rótulos verbales a las cosas, a las personas o a las situaciones, más superficial e inerte se hace la realidad y más muertos nos sentimos frente a la rea­lidad, a ese milagro de la vida que se despliega continuamente en nuestro interior y a nuestro alrededor. Ese puede ser un camino para adquirir astucia, pero a expensas de la sabiduría que se esfuma junto con la alegría, el amor, la creatividad y la vivacidad. Estos se ocultan en el espacio quieto entre la percepción y la interpretación. Claro está que las palabras y los pensamientos tienen su propia belleza y debemos utilizarlos, pero ¿es preciso que nos dejemos aprisionar en ellos?
Las palabras buscan reducir la realidad a algo que pueda estar al alcance de la mente humana, lo cual no es mucho. El lenguaje consta de cinco sonidos básicos producidos por las cuerdas vocales. Son las vocales "a, e, i, o, u". Los otros sonidos son las consonan­tes producidas por la presión del aire: "s, f, g", etcétera. ¿Es po­sible creer que alguna combinación de esos sonidos básicos podría explicar algún día lo que somos o el propósito último del univer­so, o la esencia profunda de un árbol o de una roca?

LA ILUSIÓN DEL SER

La palabra "yo" encierra a la vez el mayor error y la verdad más profunda, dependiendo de la forma como se utilice. En su uso convencional, no solamente es una de las palabras utilizadas más frecuentemente en el lenguaje (junto con otras afines como: "mío" y "mi"), sino también una de las más engañosas. Según la utilizamos en la cotidianidad, la palabra "yo" encierra el error pri­mordial, una percepción equivocada de lo que somos, un falso sentido de identidad. Ese es el ego. Ese sentido ilusorio del ser es lo que Albert Einstein, con su percepción profunda no solamente de la realidad del espacio y el tiempo sino de la naturaleza huma­na, denominó "ilusión óptica de la conciencia". Esa ilusión del ser se convierte entonces en la base de todas las demás interpretacio­nes o, mejor aún, nociones erradas de la realidad, de todos los procesos de pensamiento, las interacciones y las relaciones. La realidad se convierte en un reflejo de la ilusión original.
La buena noticia es que cuando logramos reconocer la ilusión por lo que es, ésta se desvanece. La ilusión llega a su fin cuando la reconocemos. Cuando vemos lo que no somos, la realidad de lo que somos emerge espontáneamente. Esto es lo que sucederá a medida que usted lee lenta y cuidadosamente este capítulo y el siguiente, los cuales tratan sobre la mecánica del falso yo al cual llamamos ego. Así, ¿cuál es la naturaleza de este falso ser?
Cuando hablamos de "yo" generalmente no nos referimos a lo que somos. Por un acto monstruoso de reduccionismo, la pro­fundidad infinita de lo que somos se confunde con el sonido emitido por las cuerdas vocales o con el pensamiento del yo que tengamos en nuestra mente y lo que sea con lo cual éste se identifique. ¿Entonces a qué se refieren normalmente el yo, el mi y lo mío?
Cuando un bebé aprende que una secuencia de sonidos emi­tidos por las cuerdas vocales de sus padres corresponde a su nom­bre, el niño comienza a asociar la palabra, la cual se convierte en pensamiento en su mente, con lo que él es. En esa etapa, algunos niños se refieren a sí mismos en tercera persona. "Felipe tiene hambre". Poco después aprenden la palabra mágica "yo" y la asocian directamente con su nombre, el cual ya corresponde en su mente a lo que son. Entonces se producen otros pensamientos que se fusionan con ese pensamiento original del "yo". El paso si­guiente son las ideas de lo que es mío para designar aquellas cosas que son parte del yo de alguna manera. Así sucede la identifica­ción con los objetos, lo cual implica atribuir a las cosas (y en últimas a los pensamientos que representan esas cosas) un sentido de ser, derivando así una identidad a partir de ellas. Cuando se daña o me quitan "mi" juguete, me embarga un sufrimiento intenso, no porque el juguete tenga algún valor intrínseco (el niño no tarda en perder interés en él y después será reemplazado por otros juguetes y objetos) sino por la idea de lo "mío". El juguete se convirtió en parte del sentido del ser, del yo del niño.
Sucede lo mismo a medida que crece el niño, el pensamiento original del "yo" atrae a otros pensamientos: viene la identifica­ción con el género, las pertenencias, la percepción del cuerpo, la nacionalidad, la raza, la religión, la profesión. El Yo también se identifica con otras cosas como las funciones (madre, padre, espo­so, esposa, etcétera), el conocimiento adquirido, las opiniones, los gustos y disgustos, y también con las cosas que me pasaron a "mí" en el pasado, el recuerdo de las cuales son pensamientos que contribuyen a definir aún más mi sentido del ser como "yo y mi historia". Estas son apenas algunas de las cosas de las cuales de­rivamos nuestra identidad. En últimas no son más que pensa­mientos sostenidos precariamente por el hecho de que todos com­parten la misma noción del ser. Esta interpretación mental es a la que normalmente nos referimos cuando decimos "yo". Para ser más exactos, la mayoría de las veces no somos nosotros quienes hablamos cuando decimos y pensamos el "Yo", sino algún aspec­to de la interpretación mental, del ser egotista. Una vez acaecido el despertar continuamos hablando de "yo", pero con una noción emanada de un plano mucho más profundo de nuestro ser inte­rior.
La mayoría de las personas continúa identificándose con el torrente incesante de la mente, el pensamiento compulsivo, prin­cipalmente repetitivo y banal. No hay un yo aparte de los proce­sos de pensamiento y de las emociones que los acompañan. Eso es lo que significa vivir en la inconciencia espiritual. Cuando se les dice que tienen una voz en la cabeza que no calla nunca, pregun­tan, "¿cuál voz?" o la niegan airadamente, obviamente con esa voz, desde quien piensa, desde la mente no observada. A esa voz casi podría considerársela como la entidad que ha tomado pose­sión de las personas.
Algunas personas nunca olvidan la primera vez que dejaron de identificarse con sus pensamientos y experimentaron brevemente el cambio, cuando dejaron de ser el contenido de su mente para ser la conciencia de fondo. Para otras personas sucede de una manera tan sutil que casi no la notan, o apenas perciben una corriente de alegría o paz interior, sin comprender la razón.

“EL PODER DEL AHORA” ECKHART TOLLE

La libertad comienza cuando te das cuenta
de que no eres «el pensador».
En el momento en que empiezas a observar al pensador,
se activa un nivel de conciencia superior.
Entonces te das cuenta de que hay un vasto reino
de inteligencia más allá del pensamiento,
y de que el pensamiento
sólo es una pequeña parte de esa inteligencia.
También te das cuenta de que todas las cosas
verdaderamente importantes
—la belleza, el amor, la creatividad,
la alegría, la paz interna—
surgen de más allá de la mente.
Empiezas a despertar.
Un camino hacia la realización espiritual

EL PODER DEL AHORA

Niveles de Conciencia y Desorden Bipolar 3/3

Despertar de la conciencia: El sentido de la vida ¿Ya no lo recuerdas?