jueves, 15 de agosto de 2013



         ¿Necesitamos sanar las heridas del pasado ?

¿Tengo que regresar al pasado para moverme hacia adelante? Y, muchas veces, no queremos mirar al pasado sino solamente avanzar.
Todos tenemos un pasado, y en ese pasado muchas veces hemos vivido momentos tristes, experiencias dolorosas, hechos traumáticos, maltrato verbal... 
Crecemos y nos volvemos adultos, pero en lo profundo de nuestro ser hay un niño o una niña pidiendo siempre amor. Venimos a este mundo con dos clases de hambres: Hambre de alimento material, pero también hambre de afecto. De la misma manera que una persona crece débil si no fue alimentada adecuadamente, cuando no recibimos suficiente afecto crecemos con una carencia, una especie de déficit o "desnutrición" emocional.
La indiferencia o el desamor, el abandono, los insultos verbales y amenazas, los golpes y los maltratos físicos y sicológicos han producido en muchas personas profundas heridas emocionales que no sólo no se han curado a través del tiempo, sino que se han hecho más profundas y dolorosas.

Algunos no se explican porqué en el presente, tanto en sus relaciones interpersonales como en su trabajo viven con un constante sentido de insatisfacción, nunca parecen alcanzar la medida de lo que ellos se exigen, aunque otros reconozcan su eficiencia.
Probablemente ese sentido de insatisfacción procede de sus experiencias tempranas de la infancia cuando deseaban complacer al padre y llamar su atención pero pocas veces o nunca obtuvieron su aprecio o reconocimiento.
Ciertamente que tarde o temprano tendemos que renunciar a tener un mejor pasado, sin embargo, tampoco creo que sea cuestión de resignarse.
Es posible avanzar sin referirse al pasado, tanto para incidentes específicos como en general. ¡Después de todo, la mayor parte del mundo se mueve sin haber sanado el pasado! Sin embargo, hay un cierto número de situaciones en las que el trabajar el pasado es la más eficiente o efectiva manera de proceder.
SÍ es posible limpiar un miedo a un evento anticipado sin acceder al pasado. Las desventajas están en que puede tomar más tiempo, y puedes encontrar más aspectos que necesiten ser atendidos. Por ejemplo, si limpias un miedo de dirigirte a un grupo de personas que conoces, puedes seguir teniendo miedo a dirigirte a un grupo de personas que no conoces, o a personas de cierta profesión. Limpiar el evento original puede en ocasiones (no siempre) hacerse cargo de múltiples aspectos más rápido y por completo.
Si quieres que tu vida sea más fácil, limpiar el pasado es como limpiar tu casa en primavera. Todos los traumas del pasado son detonadores potenciales para el desasosiego, el miedo, la ira y otras emociones negativas, las que directamente afectan la calidad de tu vida. Remueve los detonantes y, cuando los eventos desafiantes se sucedan, simplemente no te sentirás desafiado.
Es de sabios sanar las heridas del pasado, perdonar y perdonarnos por todos los desaciertos y experiencias que dejaron secuelas en nuestro presente, que nos impiden sentir paz espiritual, amor y felicidad. Hoy te invito a reflexionar y dejar ir las cargas que hacen tu camino lento y pesado, a que aligeres tus pasos, con tu cuerpo erguido y con la frente en alto, que hagas del tiempo presente el mejor tiempo.

Cuando elegimos perdonar, transformamos una creencia y una emoción referente a situaciones por las que nos sentimos lastimados. Cuando este perdón sale desde el corazón, podemos experimentar paz espiritual, pero cuando nos sentimos incapaces de olvidar esas lesiones, entonces la energía de esa persona y de esa situación permanecen dentro de nuestro campo de energía, tornando nuestra existencia densa y además, nos ligamos íntimamente a esas personas, pues el odio y el resentimiento nos encadenan de igual forma que el AMOR.

Si permitimos que la injusticia, el dolor, el abuso y las amarguras permanezcan en nuestro interior, no podremos vivir en PLENITUD. No es tan sencillo perdonar cuando nos sentimos heridos en lo más profundo de nuestro ser, sin embargo, podemos lograrlo si elegimos cambiar nuestros pensamientos y nuestras creencias con relación a esa situación o persona en particular que nos daña o nos ha dañado.

Cuando perdonamos, nos liberamos nosotros y liberamos a otros. Cuando no lo hacemos, estamos condenados a llevar cadenas. Si perdonamos comenzamos a sanar mental y físicamente, pues de esta manera, estamos creando armonía en el Universo y es justamente lo que llegará a nuestra vida por Ley Natural.

No importa cuan honda ha sido la herida que nos crearon o la forma en que nos maltrataron, nosotros podemos elegir asumir una actitud distinta frente a esa circunstancia que, viéndolo por el lado amable, nos ha ayudado a madurar y a valorar otros factores en nuestra existencia.

En esencia, es más importante que cambiemos nosotros mismos y no esperar que los demás sean como nosotros queremos que sean.

No podemos cambiar el pasado pero podemos transformarlo en una experiencia valiosa para nuestro presente.
El pasado regresa cada vez que no sanamos una herida. La clave para superar las cosas que ya ocurrieron y disfrutar del presente.