lunes, 10 de octubre de 2011


Los miedos inconscientes – Los niveles inconscientes – Culpa y castigo – El sentimiento de culpa – Herminio Castellá

Separador
conciencia intuitiva
Los miedos inconcientes    
Herminio Castellá
El miedo es una emoción que está asociada a un peligro, pero generalmente no tenemos consciencia de esa relación ya que esa asociación es a nivel inconsciente.


Para que exista esa relación tiene que haber habido todo un aprendizaje, no podemos tenerle miedo a algo que no tengamos grabado en nuestra mente como peligroso o doloroso. Por lo tanto estas situaciones a las que les tenemos miedo nos remiten a situaciones similares vividas, ya sea por nosotros o por nuestras ancestras del plan de vida que conforma nuestro inconsciente.

Los miedos que están grabados más fuertemente en nuestro inconsciente son generalmente los que están asociados a la muerte (a lo que nuestro inconsciente interpreta como peligro de muerte). Estos miedos nos remiten a situaciones donde hubo muertes y a lo que se sufrió por ello, pero no es exactamente a la muerte en su significado profundo, como función biológica natural, con toda la acción interior que ello implica, sino por cómo fue vivido por quienes acompañaron esa muerte,cómo fueron los momentos previos, los sentimientos asociados y el miedo de morir. En ese momento nuestra mente nos protege de lo que interpreta como peligro de muerte.

A la muerte como función biológica estrictamente no podríamos tenerle miedo inconsciente, ya que nadie con vida la experimentó para transmitirla y los pocos que experimentaron los instantes previos no indican justamente que fuera desagradable. Lo esencial de esto es que, si una situacion está asociada inconscientemente con peligro de muerte, nuestro inconciente reacciona para proteger nuestra vida.

El miedo provoca reacciones físicas en nuestro organismo, deprime el sistema simpático y exalta el parasimpático. Se alertan todas las funciones de defensa y se deprimen las que no lo son. Desde el punto de vista de nuestros niveles inconscientes, se potencia la información almacenada en el nivel de defensa. En este nivel tenemos la información relacionada con los miedos, el sufrimiento, el peligro. (1)

Ante una situación que nos da miedo, podemos no enfrentarlo (huir), podemos enfrentarlo, y una tercera vía sería dejar de tener ese miedo. Hay que analizar las tres actitudes, ya que ninguna per se es mejor que la otra, sino que la mejor elección va a depender del momento y de la situación. Si hay un miedo inconsciente, el cual en ese momento no estoy en condiciones de enfrentar, puedo no enfrentarlo momentáneamente para luego encararlo de otra manera; en ese caso la huida sería buena. Es bueno tener miedo y huir si me persigue un león. Si ante una situación que me da miedo, éste no tiene razón de ser y la enfrento, trato de serenarme y de pensar que no tiene lógica tener miedo, esta actitud es enriquecedora. Esto sería enfrentar la situación, no en el sentido de ponernos en contra del miedo, sino de tomar la determinación de tratar de no dejarnos llevar por ese miedo. La experiencia de haberlo enfrentado, aunque sea con un éxito limitado, puede llevarnos a ir relativizando el miedo.

Por ejemplo, si una persona tiene miedo de hablar en público y sabe que tiene algo que decir y también que no es lógico tener ese miedo, puede enfrentar esa situación y decidirse a hablar. En el momento puede como resultado: hablar bien, regular o mal, pero sería muy difícil que no salga enriquecido de esa situación ya que puede incluso haber hablado muy mal y que parte de la audiencia lo haya entendido. Hay que tener en cuenta que a veces el miedo es tal que nos paraliza totalmente.

La tercer actitud sería dejar de tener ese miedo. Esto es hacer una disciplina de reflexión interna, buscar y analizar el por qué de los miedos, cuál es la causa inconciente que nos lleva a tener ese miedo para luego razonarlo en forma positiva, lo cual provoca que se pueda ir estableciendo una pausa entre el estímulo y la respuesta. Esto no implica cambiar lo que tenemos programado en el plan de vida, sino cambiar la forma de responder. Podríamos decir que aprendemos a responder de otra forma ante ese mismo estímulo.

Volviendo al ejemplo de la persona que tiene miedo de hablar en público, esta tercera actitud implicaría buscar qué situaciones del inconsciente lo llevaron a tener ese miedo. Habría que plantearse que alguien que tenemos grabado en nuestro plan de vida habló en público, le fue mal y le toco sufrir por ello etc. Pudo haber pasado que el marido de una ancestra sea el que hablaba en público y la esposa sufrió las consecuencias. También habría que pensar qué significa en nuestro plan de vida, darme a conocer, que se conozcan nuestras ideas, ser criticado etc. Hablar ante un gran numero de gente, implica que al menos un tercio de ese gran auditorio va a estar en contra de lo que decimos.(3)

La influencia de nuestros miedos

El miedo no es algo malo en sí mismo. Existen miedos que nos vienen de ancestros muy lejanos, incluso algunos son anteriores al ser humanos y que nos vienen de los animales. Hay distintos tipos de miedos, algunos son de la especie y otros de las razas o grupos sociales. Estos estarían asociados al séptimo nivel (2) mientras que hay otros miedos personales (cuya información está en el cuarto nivel) . Los miedos forman parte de nuestra estructura y son los que a veces nos impulsan a hacer cosas y explican en cierta manera nuestra vocación, nuestras tendencias etc. Podemos decir que un médico es médico porque ama la salud pero también porque tiene miedo a la enfermedad, según desde que ángulo se lo analice; o en un economista podemos encontrar dentro de su plan de vida miedo a que la sociedad sea pobre, al mismo tiempo que vamos a encontrar en él amor al desarrollo de la sociedad; en un abogado amor a la justicia y miedo a la injusticia etc.

Por supuesto que los miedos asociados a las vocaciones son múltiples. Un empresario pujante puede tener en su inconsciente además de amor al progreso, varios miedos asociados como miedo a ser pobre, miedo a sufrir por no ser rico, miedo a no tener poder, peligro de muerte por no tener dinero etc.

El Dr. H. Castellá decía que si algo se nos tiene que dar y no se nos da, es porque le tenemos miedo. Es decir que si tenemos edad para estar casados y no lo estamos, es porque le tenemos miedo al matrimonio. Si una pareja quiere tener un hijo y no puede es porque tiene miedo a tenerlo. Si alguien desea tener mas dinero y no lo tiene es porque le tiene miedo a tener esa cantidad de dinero, etc. También decía que si algo nos debe gustar y no nos gusta es porque le tenos miedo.

El ser humano es el gran fabricador de peligros donde no los hay, son miedos artificiales que no tienen razón de ser. Creemos que hay peligro donde no existe y donde otras personas que nos rodean no creen que los haya y no tiene ningún problema por ello.

La timidez es una forma de miedo, esta asociada al miedo a un castigo. El tímido tiene miedo, entre otras cosas, a equivocarse, y a que por eso lo castiguen. En su plan de vida seguramente va a encontrar fuertes castigos.

Se pueden diferenciar dos clases de tímidos, el que teme a los demas y el que se teme a sí mismo. En este último si su miedo no es muy intenso, trasmite a los demas que lo protejan y es una persona que agrada a los demás. El que tiene miedo a los demas trasmite que quiere destruir al otro, por lo que no cae bien y es rechazado por los otros.

Los miedos insensatos son construcciones culturales que nos vienen de situaciones que tenemos grabadas, que en otra generación pudieron haber sido realmente peligrosas pero que ahora no lo son. Muchos de estos miedos se van intensificando de generación en generación.

Cuando hay depresión, un elemento importante es la culpa. Esta siempre trae a colación grandes castigos en antepasada. La culpa según explico siempre H. Castellá es esperar un castigo, sintiéndose impotente para evitarlo.

Como resolver nuestros miedos:

La pérdida del miedo no está únicamente en intentar dejar de tener miedo, no está solo en buscar las causas en nuestro plan de vida y razonarlas en forma positiva, sino también en enfrentar la situación y tratar de cambiarla. Si buscamos solo revertir los miedos, para luego una vez que no tengamos miedo comenzar a actuar, lo que estamos haciendo es en cierta forma una forma de huida ante el miedo.

La resolución de comenzar a actuar aunque tenga miedos y que esa acción incluya la tarea de ir perdiendo los miedos sería la actitud adecuada y ese coraje nos enriquece y nos humaniza.

Es importante también enfrentar el miedo con humildad, esto nos hace reconocer que cargamos con ese miedo pero que no es algo absoluto. La humildad nos permite ver claramente hasta qué punto nos perjudica o no ese miedo para poder lograr los objetivos que deseamos. Volviendo al ejemplo mencionado de hablar en público, si la persona asume la situación con humildad puede darse que incluso en el caso que la persona hable en forma totalmente deslucida, pueda trasmitir la idea que quiso comunicar, tal vez no con la fuerza que lo hubiera hecho sin miedo. Pero la humildad lo lleva a que, consciente de llevar ese miedo no se prive de actuar y tal vez incluso lo lleve a separar otros “subobjetivos” que pueden estar presentes; como ser “lucirse en la exposición” (que pueden tener otros miedos implícitos), para concentrase en el simple objetivo de transmitir la idea. La humildad nos lleva desmitificar el alcance del miedo, para darle su real dimensión que es generalmente menor de la que creemos.

Pero esto no es todo. El Dr. Gabriel Castellá en una conferencia sobre los miedos (1 de agosto de 2000 CAMED) desarrolló un concepto que me pareció en el momento un tanto extremo, pero luego de ir escuchando el resto de la conferencia me terminó pareciendo algo básico: dijo que para perder nuestros miedos la primera actitud que tenemos que tener es la de amar nuestros miedos, que no es otra cosa que amarnos a nosotros mismos con nuestros miedos. Luego explicó que no se puede revertir un miedo desde el miedo porque eso traería como consecuencia lógica reforzar ese miedo.

Si amamos a nuestros miedos los vemos con una óptica totalmente distinta, entendemos que estan allí por algo y para algo, que las mismas causa que nos provocaron esos miedos tal vez nos provoquen cosas favorables. El tomar esta actitud puede llevarnos a que incluso nuestros miedos insensatos y sus causas inconcientes nos den gracia en lugar de amargarnos..

En cuanto a estos miedos que no tienen razón de ser y que pueden sernos perjudiciales, es importante descubrir en nosotros mismos cuándo estamos en una situación que está basada en uno o más miedos. Si nos observamos atentamente a lo largo del día estas situaciones son muchas, muchos de nuestros actos están influenciados por miedos, actuamos muy a menudo en función del miedo ( al menos esa es mi experiencia) y no en función de lo positivo. Lo importante es descubrirlo y darse cuenta de que esa actitud tiene un enfoque equivocado. Lo opuesto a actuar por miedo es actuar por la bondad de las cosas.

Si nos observamos atentamente podemos darnos cuenta que muchas veces estamos alarmados, angustiados, molestos, irritados etc., y no nos damos cuenta porque estamos acostumbrados a esa situación. A veces estos estados son muy sutiles pero sentimos un alivio al tomar conciencia. Esto es sumamente importante porque nos da la oportunidad de cambiar la actitud, de conocer nuestros miedos para dejarlos de tener, pero también para transformar ese miedo en algo valioso para nosotros porque entre otras cosa los miedos encierran mucha energía, que hasta ese momento está orientada en bloquearnos.

Debemos aprender a enfrentarla vida sin miedos, no resolver únicamente un miedo en particular. Cambiar miedos que tenemos grabado desde muchas generaciones atrás es un asunto de mucha perseverancia y una cuestión de actitud constante.

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