sábado, 26 de mayo de 2012






                                 DESIDENTIFICARSE

En cuanto metes tu yo...  ¡se desencadenan los problemas!
«Dios me concedió el don de desidentificarme de mí misma y de poder ver las cosas desde fuera» ─dijo Santa Teresa.
Quien tenga esta capacidad, posee un gran don: la raíz de todos los problemas y el mayor obstáculo que se interpone entre la persona que quiere superarse y el objetivo que pretende alcanzar, es el yo. 
. Desidentificarse significa no vernos afectados por lo que está ocurriendo, es vivir las cosas como si le sucedieran a otro; pues en cuanto metemos nuestro yo en cualquier interacción personal, en cualquier situación, tenemos que prepararnos para sufrir.
. Vivir desidentificados es vivir sin apegos, deconectados del ego, que es el que genera egoísmo, deseo y celos. Por su causa, llegan a nuestra vida todos los conflictos.
. Si viviéramos desidentificados de nuestras creencias, no nos preocuparíamos por lo que tengan de acertado o por las grandes fallas que contengan.
Las creencias pueden cambiar. Lo esencial es que descubramos lo que hay dentro de nosotros, pues eso es lo que nos impulsa a buscarla verdad; porque, en última estancia, la verdad es de todos.
. Otra de las cosas que nos causa conflictos es creer que estamos en posesión de la verdad.
. Cuando uno se aflige, lo primero que se nos ocurre hacer es cambiar lo que hay en nuestro entorno para que se ajuste a nuestra programación, pues creemos que eso solucionará nuestros problemas.
Y como los conflictos siguen atosigándonos, la frustración viene a sumarse a nuestra aflicción y el problema no sólo no se resuelve, sino que se agranda.
.- Si el problema viene de la manera como programamos nuestra vida, las cosas no van a mejorar si sólo cambiamos el exterior o esperamos que cambien los demás.
Lo que tenemos que hacer es desprogramarnos. Configurar nuestra vida de acuerdo con otros criterios o, por lo menos, tratar de detectar con claridad de dónde vienen los problemas.
.- Si cambiamos nosotros y nos abrimos a la realidad, veremos cómo todo cambia a nuestro alrededor; pues es nuestra mente la que estaba equivocada.
Al cambiar la mente y aceptar la realidad como es, cambia nuestra manera de ver las cosas y nuestra forma de vivir y empezamos a llamar a cada objeto y a cada situación por su nombre.
Nos sentimos tan mal y nos acosan tantos miedos, que sólo nos mirarnos a nosotros mismos, nos vigilamos con recelo porque, en verdad, tampoco nos amamos.
Como no queremos sufrir, entonces comerciamos con lo que llamamos amor.
El día que seamos capaces de ver las cosas como son y de llamar a los objetos y a los fenómenos por su propio nombre, ese día comenzaremos a ver con cierta claridad.

Escrito por Yris Araujo

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