sábado, 26 de diciembre de 2020

 LA NAVIDAD, TIEMPO PARA AMAR Y PERDONAR

 

 

El perdón es una forma de vida que nos convierte gradualmente de víctima de nuestra propia circunstancia, en poderosos y amorosos creadores de nuestra realidad.

Supone un compromiso de experimentar cada momento algo nuevo, con claridad y sin temor.

Es la desaparición de las percepciones que obstaculizan nuestra capacidad de amar.

 

El perdón nos enseña que podemos estar en desacuerdo con alguien sin retirarle el cariño y respeto. Nos lleva más allá de los temores y mecanismos de supervivencia propio de nuestro condicionamiento, hacia la posibilidad de ve las cosas de otra manera, de ir hacia la verdad; enfoque que nos ofrece liberarnos de nuestros pensamientos y sentimientos que nos apartan de la armonía interior.

Nos guía hacia donde la paz no es desconocida y nos da la posibilidad de saber cuál es nuestra fortaleza.

 

El amor y el perdón son lo mismo, el que es capaz de amar, es capaz de perdonar, el perdón y el amor empiezan con uno mismo.

Primero tienes que amarte, para poder amar a los demás, primero tienes que perdonarte, para poder perdonar a los demás.

Cuanto más amor tengas para ti mismo, más fácil podrás perdonarte, y cuando más te perdonas a ti mismo, más puedes perdonar a los demás.

¿Cómo podemos buscar el perdón? 

Veámoslo entonces como un acto de amor propio. Como un paso hacia adelante, buscando sacar de nuestra mente todas las emociones tóxicas que ya sabemos cuánto daño nos hacen.

El amor es el máximo acto de reconciliación, porque damos sin esperar. Es por eso que el tiempo de Navidad es un momento propicia para elegir soltar el pasado y dejar pasar no importa lo que vivimos, o incluso ¨eso que pensamos que nos hicieron¨.

Aprovechando la energía del Amor en nosotros podremos soltar lo que aun nos duele y liberarnos de las emociones que aun nos causan daño.

 

Recordemos, no se trata de amar a quien nos hizo daño ni mucho menos, seamos realistas, aunque bien podríamos alcanzar ese elevado estado espiritual con mucha práctica y dedicación.

El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros.

Todo el conocimiento del mundo vale poco si nuestro rencor sigue creciendo cada vez más, que el comportamiento de un desconocido nos recuerda nuestras relaciones no sanadas.


¿De qué nos sirve conocernos a nosotros mismos, si lo usamos para avivar el odio que tenemos y el sentimiento de culpabilidad, que nos dicen que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, jamás seremos capaces de ser, de hacer, ni de servir lo suficiente para ser dignos de nuestro amor propio?

 

El perdón supone aceptar de verdad nuestro propio merecimiento como seres humanos, entender que los errores son oportunidades para crecer, tomar conciencia y desarrollar la compasión; así como  comprender que la magnitud del amor
por nosotros mismos y por los demás es el pegamento que mantiene unido al universo.

Perdonar no es justificar comportamientos negativos o improcedentes, sean propios o ajenos.

 

El perdón solo requiere un cambio de percepción, otra manera de considerar a las personas y circunstancias que creemos que nos han causado dolor y problemas.

De hecho, una razón por la que suele ser difícil perdonar es que para hacerlo se debe sacar a la luz y aceptar la verdad de lo que realmente sentimos.

Esto puede ser una revelación dolorosa si hemos aprendido a convivir con la negación y la represión. Sin embargo, se debe tratar de recodar que al otro lado del dolor está el alivio y una mayor paz mental. 

Perdonar no significa negar que se haya sido una víctima, quiere decir que el hecho de haberlo sido ya no domina necesariamente la identidad y la vida emocional actual.

A medida que se vaya trabajando con el perdón, es importante tomar en cuenta los pensamientos que afloran y las reacciones. Si aparece el temor, la autocrítica, las dudas hay que ser amable consigo mismo.

El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros.

El perdón es una decisión, la de ver más allá de los límites de la personalidad de otra persona, sus miedos, idiosincrasias, neurosis y errores, la decisión de ver una esencia pura, no condicionada, por historias personales que tienen una capacidad ilimitada y siempre digna de respeto y amor.

 

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