“La persona más influenciable con la que hablarás todo el día eres
tú, así que cuida minuciosamente lo que dices acerca de ti mismo“
Zig Ziglar.
CONFIANZA Y RESPETO: AUTOESTIMA
La
autoestima es la suma de ambos conceptos; La confianza (sentimiento de
capacidad personal) y el respeto (sentimiento de valia personal) por uno mismo.
La
autoestima se crea como consecuencia del juicio implícito que cada persona
realiza acerca de, por un lado, su habilidad para afrontar los retos de la
vida, es decir, para comprender y superar los problemas, y, por otro, su
derecho a la felicidad, o, dicho de otro modo, a respetar y defender sus
propios intereses y necesidades.
De una
forma natural los seres humanos tenemos la tendencia innata de tener y/o
mantener una autoestima alta, sin embargo, son muchas las personas que lo
admitan o no, poseen un nivel de autoestima inferior al teóricamente natural.
Ello se debe a que, a lo largo del desarrollo, y a lo largo de la vida en sí,
las personas tienden a apartarse de la autoconceptualización positiva, o bien a
no acercarse nunca a ella. Los motivos por los que esto ocurre son diversos, y
pueden encontrarse en la influencia negativa de otras personas, en un
autocastigo por haber faltado a los valores propios, o en un déficit de
comprensión o de compasión por las acciones que uno realiza.
La
autoestima es una capacidad o habilidad entrenable, por tanto no es una
categoría todo-nada sino que se sitúa en un continuo, se presenta como un
concepto gradual:
1º)
Autoestima alta (positiva): Sentirse y manifestarse apto, capaz, valioso y
acertado como persona y para la vida.
2º)
Autoestima baja (negativa): Sentirse equivocado, desadaptado y en no
disposición para la vida y
3º)
Autoestima media: Oscilar entre los dos estados anteriores, es decir, sentirse
apto e inútil, acertado y equivocado como persona, y manifestar estas
incongruencias en la conducta —actuar, unas veces, con sensatez, otras, con
irreflexión—-, reforzando, así, la inseguridad.
La
autoestima es una experiencia íntima, que reside en el núcleo de nuestro ser.
Es lo que uno, y no los demás, piensa y siente sobre sí mismo.
Según
Nathaniel Branden, durante la niñez, el grado de respeto, amor, reconocimiento
y, en definitiva, educación emocional que se recibe, va influyendo sobre
la autoestima, aunque, no obstante, las elecciones y decisiones propias del
niño son un factor crítico en cuanto a la autoestima que éste cosecha en su
camino hacia la vida adulta. No somos, por lo tanto, meros depositarios de las
opiniones ajenas. Del mismo modo, también depende de los adultos el desarrollo
de su autoestima independientemente del pasado que hayan podido tener. Es
decir, nadie puede pensar por otro, o imponerle la fe y el amor propio. Una
persona puede recibir amor de todos los que la rodean y seguir sin amarse a sí
misma, puede ser admirada y no encontrar sus valores, puede aparentar seguridad
y sentir inseguridad, satisfacer las expectativas de los demás y no las
propias, tener éxito y no reconocerlo.
Distinguir
que…
Autoestima no es comodidad: Por lo tanto, los
bienes materiales, o las relaciones sexuales, o el éxito, o el aspecto físico,
por sí solos, producirán sobre esa persona comodidad, o bien un falso y efímero
desarrollo de la autoestima, pero no potenciarán realmente la confianza y el
respeto hacia uno mismo.
Autoestima no es competición ni comparación: La
verdadera autoestima no se expresa mediante la autoglorificación a expensas de
los demás, o por medio del afán de ser superior a otras personas o de
rebajarlas para elevarse uno mismo. La arrogancia, la jactancia y la
sobrevaloración de las propias capacidades revelan una autoestima equivocada, y
no un exceso de autoestima.
Autoestima no es narcisismo: Un error común consiste
en pensar que el amor a uno mismo es equivalente al narcisismo. Sin embargo, el
narcisismo es un síntoma de baja autoestima, lo cual significa desamor por uno
mismo. Una persona con una autoestima saludable se acepta y ama a sí misma
incondicionalmente. Conoce sus virtudes, pero también sus defectos. A pesar de
ello, es capaz de conocer y aceptar tanto las virtudes como los defectos y
vivir amándose a sí misma. Por contra, una persona narcisista no es capaz de
conocer y/o aceptar sus defectos, que siempre trata de ocultar, al tiempo que
intenta amplificar sus virtudes ante los demás para, en el fondo, tratar de
convencerse a sí misma de que es una persona de valor y tratar de dejar de
sentirse culpable por sus defectos.
INDICIOS
DE AUTOESTIMA SALUDABLE:
Cree con firmeza en
ciertos valores y principios, y está dispuesta a defenderlos incluso aunque
encuentre oposición. Además, se siente lo suficientemente segura de sí misma
como para modificarlos si la experiencia le demuestra que estaba equivocada.
Es capaz de obrar según
crea más acertado, confiando en su propio criterio, y sin sentirse culpable
cuando a otros no les parezca bien su proceder.
No pierde el tiempo
preocupándose en exceso por lo que le haya ocurrido en el pasado ni por lo que
le pueda ocurrir en el futuro. Aprende del pasado y proyecta para el futuro,
pero vive con intensidad el presente.
Confía plenamente en su
capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse acobardar fácilmente
por fracasos y dificultades. Y, cuando realmente lo necesita, está dispuesta a
pedir la ayuda de otros.
Como persona, se
considera y siente igual que cualquier otro; ni inferior, ni superior;
sencillamente, igual en dignidad; y reconoce diferencias en talentos
específicos, prestigio profesional o posición económica.
Da por sentado que es
interesante y valiosa para otras personas, al menos para aquellos con los que
mantiene amistad.
No se deja manipular,
aunque está dispuesta a colaborar si le parece apropiado y conveniente.
Reconoce y acepta en sí
misma diferentes sentimientos y pulsiones, tanto positivos como negativos, y
está dispuesta a revelárselos a otra persona, si le parece que vale la pena y
así lo desea.
Es capaz de disfrutar
con una gran variedad de actividades.
Es sensible a los
sentimientos y necesidades de los demás; respeta las normas sensatas de
convivencia generalmente aceptadas, y entiende que no tiene derecho —ni lo
desea— a medrar o divertirse a costa de otros.
INDICIOS
DE UNA AUTOESTIMA DEFICIENTE:
Autocrítica rigorista,
tendente a crear un estado habitual de insatisfacción consigo misma.
Hipersensibilidad a
la crítica, que la hace sentirse fácilmente atacada y a
experimentar resentimientos pertinaces contra sus críticos.
Indecisión crónica,
no tanto por falta de información, sino por miedo exagerado a equivocarse.
Deseo excesivo de
complacer: no se atreve a decir «no», por temor a desagradar y
perder la benevolencia del peticionario.
Perfeccionismo,
o auto exigencia de hacer «perfectamente», sin un solo fallo, casi todo cuanto
intenta; lo cual puede llevarla a sentirse muy mal cuando las cosas no salen
con la perfección exigida.
Culpabilidad
neurótica: se condena por conductas que no siempre son
objetivamente malas, exagera la magnitud de sus errores y delitos y/o los
lamenta indefinidamente, sin llegar a perdonarse por completo.
Hostilidad flotante,
irritabilidad a flor de piel, siempre a punto de estallar aun por cosas de poca
importancia; propia del supercrítico a quien todo le sienta mal, todo le
disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.
Tendencias defensivas,
un negativo generalizado (todo lo ve negro: su vida, su futuro y, sobre todo,
su sí mismo) y una inapetencia generalizada del gozo de vivir y de la vida
misma.
Y
recuerda que… “La opinión de los demás sobre ti no tiene que volverse tu realidad“
(Les Brown).
No hay comentarios:
Publicar un comentario